Cuando los enemigos del guerrero Ninja aprovechan la noche para atacar este debe permanecer alerta. La noche es su elemento, pero no debe confiarse.

 

Jueves, 21:30 de la noche. Me voy a la cama porque estoy muerta. El Samurai decide quedarse a ver el partido con la satisfacción del deber cumplido; no todos los días corta uno con éxito 40 uñas minúsculas de manos y pies. Cuando termina el partido los demás estamos ya en el quinto sueño y el, como noble Samurai que es, hace la ronda a ver cómo están los vástagos antes de acostarse: El Mayor duerme plácidamente apoyando su cabecita en su almohada de Buzz Ligthyear. El Rubio duerme plácidamente con su cabecita sobre un charco de vómitos. “Leches (no es exactamente la palabra que usaría el Samurai, pero vamos a darnos una licencia poética), este niño ha vomitado y ni se despierta. Bueno, le cambio la almohada y apañao, será que ha comido mucho”. Tiene razón el Samurai en este razonamiento ya que esa tarde/noche la lista de alimentos ingeridos por El Rubio venía a ser la siguiente: dos mandarinas, un petit-suisse de apretar, un zumo, tres galletas, un plátano, una tortilla de tres huevos y un yogur. Claro, con dos años y medio y el estómago del tamaño de una naranja hay un momento en que lo que no cabe por algún lado sale. Así que le cambia la almohada, le pasa una toallita por la cara para no despertarle y le deja dormir; ya mañana le ducha si es necesario.

 
Un par de horas después yo seguía en coma, pero el Samurai, siempre alerta, se despierta después de escuchar una arcada. Ahí ya si que el Rubio está despierto, sentado en la cama y con la sudadera del pijama a tropezones; no hay mas remedio que ducharle, por supuesto, en contra de su voluntad. Los berridos consiguen sacarme de mi letargo y voy al cuarto del Rubio que parece el de la niña del exorcista. No preguntéis cómo ni por qué, pero hay vómito hasta en el cristal de la ventana. Hago un intento de cambiar las sábanas, pero yo es que, de toda la vida, a las tres de la mañana no rijo muy bien, ya sea en mi casa o en otros sitios más concurridos, de manera que decidimos acostarlo con nosotros en la cama, asumiendo el riesgo mortal. Como no tiene fiebre y dice que no le duele la tripa y que quiere dormir (y además es el segundo y ya pasamos un poco de excursiones psicópatas a urgencias en mitad de la noche porque el niño ha cagado blando) le acostamos entre nosotros. Media hora después me despierta el sonido de una arcada como el click de una mina que se acaba de activar. En décimas de segundo, agarro al niño y lo saco fuera de la cama con un movimiento rápido gracias al cual el va ejecutando una parábola de vómito que culmina felizmente sobre mis zapatillas de andar por casa situadas a los pies de la cama. Soy el puto Bruce Willis de las madres. Un cambio de sábanas y edredón y una pasada de fregona por toda la habitación y consigo poner la cabeza en la almohada justo cuando suena el despertador, las 5:30, buenos días.

 
Me voy a trabajar como un zombie y las criaturas se quedan con mi madre. Como estoy preocupada pido cita con el médico por Internet y la voy llamando a ver cómo está el enfermo: “¿Ha comido algo? “ ¿Te refieres a si ha comido algo aparte de dos platos de macarrones con tomate, un yogur y un plátano? No, nada”.  Anulo la cita.

Algunos días después del incidente, cuando ya casi tenía el stock de lavadoras superado, me encontraba yo durmiendo plácidamente cuando noto a mi lado una pequeña presencia: “mamá, he gomitado”. Leches (ahora soy yo) que susto, por eso ponen siempre niños en las pelis de terror. Activo el protocolo de nuevo: ducha, cambio de pijama, fallido intento de cambio de sábanas e incorporación de niño-bomba a nuestra cama. Esta vez soy más lista, le acuesto cerca del borde y aparto las zapatillas que tanto me costó lavar, pero de todas formas le advierto: “Hijo, si quieres vomitar me avisas” y como es el Mayor no hay vómitos espectaculares contra el armario, pero si que me levanto cuatro veces con él al baño a vomitar, la última, justo cinco minutos antes de que suene el despertador, las 5:30, buenos días.

 
Esta vez se quedan en casa con la otra abuela. Pido de nuevo cita por Internet con el pediatra y la llamo” ¿Ha comido algo?” “Bueno, ha comido poco, un plato de sopa y un paquete de salchichas. Ahora dice que quiere helado, ¿se lo doy?” Anulo la cita.

 
Así que gracias a los virus más rápidos de la historia ahora me encuentro con una montaña de lavadoras y una gastroineteritis que me está durando ya cuatro días; porque yo tengo otro sistema inmunológico debe ser, aunque barajo la posibilidad de que la falta de sueño y la obligación de ir a currar que tenemos ahora los funcionarios aunque nos estemos muriendo (te quitan el 50% del sueldo del día si estás tres días de baja) están haciendo mella en mi salud.

 

Comments ( 12 )

On 22 de noviembre de 2012, 9:17 , Anónimo dijo...

Yo tengo la teoría de que son virus de laboratorio.. no es normal que un virus infantil deje a tu hijo como una rosa en un día y tu te pases una semana hecha una piltrafa... Son fulminantes! Los peores los de la guardería; ahí es donde hacen los experimentos más bestias.
Que una ya no está para según qué trotes de sus defensas...

Si te consuela, a algunos no-funcionarios nos aplican los mismos recortes.. :-(

 
On 22 de noviembre de 2012, 10:08 , Blanca dijo...

Esta claro, las farmacéuticas ensayan en las guarderías.¿dónde se ha visto un virus de seis horas? Esto no es normal. Y yo estoy peor por falta de sueño,y por cabreo con estos recortes;no tendrían que aplicárselos a nadie!!

Gracias por comentar!

 
On 22 de noviembre de 2012, 12:34 , Blanche´s Blog dijo...

Los niños son duros como piedras, están malos un par de días y luego tan pichis jajaj. Espero que te recuperes pronto Blanca. Un beso!

http://theblancheblog.blogspot.com.es/

 
On 23 de noviembre de 2012, 2:27 , Flor Enjuto dijo...

Jajjajajajajajja...
Madre Ninja eres MUY GRANDE!

 
On 23 de noviembre de 2012, 4:24 , Blanca dijo...

Bueno Blanca, ya estoy mejor,justo para el fin de semana, que casualidad....

 
On 23 de noviembre de 2012, 4:26 , Blanca dijo...

Señora Enjuto: Usted es enorme, y no me refiero a su tamaño físico, del que no tengo el gusto, sino al bloguero. ¿O acaso no ha visto quien va ganando en los premios Madresfera al blog más divertido? Espero que vayas a recogerlo y que nos podamos conocer en persona

 
On 23 de noviembre de 2012, 11:42 , Unknown dijo...

Joder blanca que limas tienes que aún con bicho malo se cascan un plato de macarrones. Desde luego ya me imagino la escena en tu cama con doble axel mortal para que no vomite el crio en la cama, lo del click de la granada me ha molao :)
Mejorate!!

 
On 24 de noviembre de 2012, 4:28 , Unknown dijo...

Madre Ninja.. te descubri por casualidad y te puedo asegurar que eres la causa de muchas de mis risas... cuentas las cosas fenomenal¡¡ Animo y recuperate para seguir contando estas fantasticas historias¡
Saludos,

 
On 24 de noviembre de 2012, 7:57 , Blanca dijo...

Ya estoy mejor, si es que no hay nada como dormir unas horitas seguidas...

 
On 24 de noviembre de 2012, 7:57 , Blanca dijo...

Muchas gracias por leerme,nos vemos por aqui

 
On 24 de noviembre de 2012, 8:27 , silvia dijo...

jajajaja madre mia, es que eres increible, que fuerza de voluntad que tienes!!!

por todas las risas que siempre que te leo me produces, te he dado un premio!!!

Espero que te guste!

Un besito!!

Silvia

 
On 24 de noviembre de 2012, 14:32 , Unknown dijo...

Jajaja, nochecitas de esas he tenido yo unas cuantas, yo no he tenido hijas, sino vomitadoras profesionales