La semana que viene cumplirá diez meses mi último bebé. La Gordi es la última, no voy a tener más bebés. Así dicho suena melodramático, pero es que es verdad. Supuestamente, una vez que te ligan las trompas ya no tienes más bebés, vamos, eso me aseguraron las señoras ginecólogas del hospital que me ligaron las trompas de Falopio mientras discutían acaloradamente de temas laborales (que espero yo que no se les quedara ningún punto sin echar a la que se quejaban de las horas de guardias que llevaban). El caso es que ni mis tres cesáreas, ni mi economía podrían con un hijo más; con una buena economía y un útero sin suturas otro gallo cantaría.
Por eso, porque es la última, intento disfrutar del momento lo máximo posible. Es la última cucharada del mejor de los postres, es la última bajada de la pista de esquí. La última vez que tendré en brazos a mi recién nacido, la última vez en mi vida que amamantaré, la última vez que olisquearé una cabecita, la última vez que me dormiré en una postura imposible para que ella se acurruque en mi pecho, la última sonrisa desdentada, el último achuchón a esa tripa rechoncha antes de meterla en la bañera, el último aleteo loco con esos brazos gorditos, la última vez que se queda mirándose la mano con asombro.
Con el primero todo es nuevo y preocupante, con el segundo tienes que estar a dos bandas y casi no te enteras de lo rápido que pasa el tiempo. Pero esta es la mía, la definitiva, la última. Cada segundo que pase con ella lo voy a aprovechar, porque cada segundo que pasa es un segundo más mayor, un segundo menos de bebé.
No me gusta mucho dar consejos, este blog está hecho para contar mis aventuras y sobre todo mis desventuras de anti-heroína ninja; pero si pudiera dar uno a alguien que acaba de tener un bebé seria que sea consciente de que algunas cosas sólo pasan una vez. Vale, si, hace meses que tenías que haber ido a la peluquería y te mueres por tomarte un gin-tonic. Te dan envidia tus amigas que van al cine y siempre están monísimas y a ti parece que te hayan vomitado encima (espera, a ti te HAN vomitado encima).
No te preocupes, eso volverá.  Iras millones de veces al cine, a la peluquería y a cenar por ahí. Tus hijos crecerán y recuperarás tu vida anterior; pero sólo tendrás un bebé uno o dos años, no volverá a reírse de esa manera, no volverá a quedarse dormido con una sonrisa al terminar de darle el pecho, no volverá a balbucear mamamama mientras a ti se te derrite el alma. Eso solo pasa una vez, no pierdas el tiempo en agobiarte, disfrútalo. Aunque la casa parezca un vertedero y lleves cuatro días alimentándote de cereales con colacao. Ya comerás, ya dormirás, pero esos hoyitos de las manos se van a convertir en nudillos demasiado deprisa. No te lo pierdas.