Un guerrero Ninja nunca subestima a su adversario, ni
siquiera cuando es pequeño, muy pequeño, ridícula y desesperadamente pequeño.
Una bella joven, embarazada
de su primer hijo, se apoya lánguidamente en la ventana y acaricia su vientre
con ternura. Sonríe imaginando la carita de su bebé, su naricita, sus manitas y
sus piececitos, cada uno de ellos con cinco preciosos deditos. Y cada dedito
terminado en una minúscula, una jodidamente minúscula uña. Aquí es donde la
romántica historia deriva inevitablemente en película de terror.
Cortar las uñas es una de
las miles de cosas de las que nadie te habla cuando tienes un bebé, porque
sudar a mares mientras, con mano temblorosa en lugar de con pulso de cirujano,
intentas cortar una uña de menos de un milímetro y a la vez sujetas a un bebé
al que su instinto primario de supervivencia le ordena “pelea o huye por tu
vida, hay una loca sudorosa con unas tijeras” no es una preciosura monísima. Es
una puta mierda.
Si estás en este punto, en
el que el sueño rosa Disney se te ha ido al traste y al mirarte en el espejo no
ves a la princesa Aurora sino a una desequilibrada ojerosa con pelos de idem,
tranquila. Punto uno: eres una mujer normal y punto dos: de esto se sale. Yo
misma, aunque no soy precisamente el ejemplo perfecto de mujer equilibrada y
cabal, soy capaz de cortar semanalmente cuarenta uñas (excluyendo las mías
propias) con un mínimo aceptable de daños personales a terceros. Procedo a
plantear diversas opciones con respecto al corte de uñas extraídas de mi
experiencia propia y de alguna que he ido escuchando por ahí.
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Las manoplas:
Vale, puedes esconder las uñas del recién nacido y no desesperarte al verlas,
pero eso no quiere decir que no vayan a seguir creciendo. Tarde o temprano vas
a tener que afrontar la realidad. Además acabas por darte cuenta de que las
manoplas son la típica cosa que te cuelan con el primer hijo pero que su escasa
practicidad y su poca durabilidad hacen que lleves al segundo con la cara como
si durmiera en un saco con un gato rabioso.
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La lima: Si eres
negra, pesas 120 kilos, vives en el Bronx y llevas unas uñas de 40 cm . a lo mejor la lima te
resulta útil. Si eres un bebé recién nacido con las uñas más finas que el papel
de fumar, que se doblan hacia dentro ante la menor presión, va a ser que no.
Que si, que lo pone en todas lar revistas para padres, pero a mi el tema de la
lima no me funcionó. A lo mejor me faltan melanina, 60 kilos de peso y 40 cm de uñas, vete a saber.
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Las tijeras:
Esto si, no hay más remedio. Hay que echarle valor, meter lo que se pueda de
los dedos por los ridículos agujeros, respirar hondo, santiguarse tres veces
(cuidado, con la mano que no tenga las tijeras, que al final tenemos una
desgracia) y al lío. Hay gente lista que lo hace cuando el niño está dormido,
minipunto para ellos, y luego hay gente obtusa como yo, que se empeña en
hacerlo después del baño, como si las uñas necesitaran estar aún más
blandas. Para llevar a cabo la operación
son necesarios al menos dos adultos. Uno, el de mayor peso y poderío físico, al
que llamaremos “el inmovilizador” y otro, el que tenga los dedos más finos, al
que llamaremos “el ejecutor”. El inmovilizador debe tratar, con cariño y
delicadeza, de que el niño se mueva lo menos posible para que el ejecutor corte
dónde hay que cortar. Después de tres cuartos de hora de canciones,
entretenimientos varios tipo “mira el pajarito” y acciones desesperadas “si yo
también me corto las uñas y no lloro”, uno consigue su objetivo hasta
aproximadamente la semana que viene.
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El cortaúñas. Yo
ya he llegado aquí, y mi vida es algo más sencilla. Tampoco puedo decir que mis
hijos se sienten alegremente tendiéndome las manos como si esto fuera un nail
salón cualquiera de Nueva York, pero al menos
he dejado de recibir patadas en la cara, una cosa de mucho agradecer. Cortar
las uñas de los pies sigue siendo más complicado que las de las manos, aunque
presentan la ventaja de que crecen más lentamente y no hay que pasar por la
tortura tan a menudo. Las de las manos, en cambio, como cualquier madre con
hijos en edad de rebozarse en el patio del colegio sabrá, no solo hay que
cortarlas sino que hay que mantenerlas limpias, un trabajo titánico dado que,
al parecer, las uñas segregan una sustancia que hace que se meta bajo ellas todo
tipo de suciedad, pintura de dedos, plastilina o vayaustedasaber que se
encuentre a un kilómetro a la redonda de las manos de una criatura.
Las malas noticias son que
no puedes ignorar las uñas de tu retoño a menos que quieras que le incluyan en
el Record Guinnes a las uñas más largas del mundo (hay un tipo de India que
ostenta el título cuya foto os voy a ahorrar) y además que no hay bebé conocido
que se deje cortar las uñas sin presentar batalla, con lo que la cosa se podrá
fea seguro. Las buenas noticias son que cada año que pasa es uno menos que
tienes que dedicarte a cortar uñas,¿ves? siempre hay algo positivo, venga,va,un poquito de rosa a la
maternidad, que tampoco es plan de quitarle todo el azúcar.
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comentarios
Comments ( 14 )
Jajaja...
¡¡Ole, ole!!
Me encanta tu post (bueno, esto tampoco es nuevo..) porque cuentas lo que nadie cuenta (hasta ahora.. jejeje) de la maternidad con mucha mala leche y mucho sentido del humor. Y eso mooolaaa!!
Lo de las uñas... ufff!!!
¡¡¡Qué perezón!!!
Cuando son pequeños porque piensas que en una de esas le amputas un dedo... y cuando son grandes, por lo oirles...
Uff!!
Muy bueno el post hermosa!!
Esperando el siguiente estoy ya... y no, no es por presionar... ¡¡bien lo saber tú!! Jajaja
Jo, de las cosas que más perezón dan de la maternidad, totalmente de acuerdo contigo! Yo el nivel cortauñas aún no lo tengo desbloqueado, aún estoy en nivel tijeritas romas y voy que chuto!
Y lo de la lima no se me hubiera ocurrido en la vida, y además me da como grimilla...
Un beso Ninja
Jajajjaaa, jejejeeee, cómo me he reído!. A la de 5 ańos es que no me puedo ni acercar con el cortauńas, lo huele y le empieza a doler! Pero si cortar las uńas no duele! Pues a ella si.
Por buscar consuelo en otros más tontos : burros, caballos, potrancos...¿y si en lugar de uñas nuestras crianças tuvieran pezuñas???, y ..una pregunta darwiniana..¿cómo hacen los otros primates con el tema cortaúñas???
A mi me da miedo cortarme hasta las mías, así que a un bebé ni te cuento. Espero que todo bien tocaya. Ya nos contarás!
Mala leche no,veracidad,que la maternidad es muy chunga. Un besote
Yo la lima la probé con el mayor,pero no funciona,una y no más. La fase del cortaúñas es como la iluminación,se alcanza con mucha paciencia.
Un besote
Ese es el argumento de los míos,dicen que duele, como cuando van a la peluquería,que también les duele. Un dolor todo
Los otros primates las llevan largas y se les van rompiendo poco a poco. Se podría probar,pero no se qué opinarían en servicios sociales
Ya ves,da mucha grima,pero a todo se hace uno. Un besazo
Es de esas cosas que si no lo tienes que hacer, ni lo piensas. Cuánta razón y sabiduría en tus palabras.
¡Jajaja! Me ha encantado la forma de despotricar contra el invento de las manoplas y defender los arañazos a lo bestia en la cara de los bebés. Además dicen que las manoplas les quitan mucha sensibilidad, y como durante los primeros meses las manitas son su principal juego, mejor arriesgarse a que se den algún arañacito de vez en cuando hasta que logremos dominar el tema de las uñas.
Jajaja!!!, yo soy d la que llevé a mi pobre Dragón con calcetines en las manos casi quince días tras nacer, por que temía que se saltara un ojo con esas diminitas uñas-agujita... al final se las corté yo misma sudando la gota gorda... hoy podría hacerlo haciendo el pino y con los ojos tapados :)
Muy buena tu entrada
Un abrazo
Cuanta razón tienes. En mi bloque saben perfectamente cuando estamos en proceso corte de uñas porque se oyen a kilómetros los berridos de mi hijo. Parece que en vez de cortarselas se las arrancase a bocados ^_^
Lourdes
http://lapeormadredelano.blogspot.com.es