El sabio guerrero Ninja no
teme solo a sus enemigos, también teme a los amigos de sus enemigos.
El cambio más importante que
he observado este verano en mis retoños es que han empezado a llevarse bien.
Antes no, antes cualquier excusa era buena para zurrarse y el rato que no se
zurraban se ignoraban. Ahora han hecho equipo. Estoy jodida.
Son, además, un equipo
perfectamente coordinado, El Mayor es el cerebro y El Rubio, el rechoncho el
brazo ejecutor. Una de las cosas que más le gusta al Mayor desde que tomó
conciencia como tal es mandar, y ha descubierto que su hermano obedece a todo
sin rechistar, lo que le ha hecho pasar de hermano a amigo/compinche/siervo en
pocos días. Por ejemplo, jugar a los gormitis antes era la manera más rápida de
que uno de los dos apareciera llorando porque su hermano le había estampado la
casa árbol en la cabeza. Ahora el juego se soluciona cuando el Mayor dice: “yo
me quedo con todos estos y te dejo a ti el que está sin cabeza y sin un brazo,
¿vale? “ Y El Rubio, que es un entusiasta y lo ve todo siempre en positivo,
exclama alegremente “¡¡vale!!”
Pero claro, jugando
civilizadamente no se divierte uno tanto. Es normal, por qué te vas a sentar a
pintar como un panoli cuando puedes estar saltando desde la parte más alta del
sofá de rodillas a una montaña de cojines puestos en el suelo. Eso si, las
medidas de seguridad han de estar estrictamente homologadas, y para eso, lo
mejor es hacer la montaña de cojines y ordenar al Rubio que se lance primero.
Si no se fractura las rótulas, es seguro, podemos saltar. Si se golpea y llama
a Mamá, se ha caído y yo ni lo he visto ni se como.
Y así, hemos pasado el
verano descubriendo nuevos y apasionante juegos como lanzar a la mayor
distancia posible unos palos de golf (que son del Bob Esponja, pero que están
hechos de metal), quitar la alfombrilla anti deslizante de la bañera y resbalar
por dentro hasta quedar a milímetros de los grifos, golpear un cardo con unos
palos hasta que uno se pinche y el otro se descojone, tirarnos de las pichas,
dar un manotazo en el culo a una mujer en el supermercado y salir corriendo o
utilizar las pinzas de la cocina para rescatar muñequitos que previamente hemos
tirado al water.
Para mi el verano no ha sido
tan divertido en ese sentido. He tenido que hacer gala de toda mi habilidad
Ninja para detener caídas, rescatar niños colgantes (o animales colgantes, Santo Perro) y
evitar visitas al hospital, que no estamos aún en temporada de mocos y no
quiero agotar mi paciencia en urgencias antes de tiempo. Pero mi labor no ha
sido ni comprendida ni valorada por mis descendientes, porque cuando les
castigué cada uno a su cuarto después de
verles en el jardín junto a la pila de troncos para la chimenea, cada
uno con un tronco en una mano, frente a frente y gritando “guerra de troncos”,
en lugar de agradecerme el hecho de que aún conserven dientes, se quedaron muy
resentidos conmigo. Lo que mas les dolió no fue el castigo, fue la separación,
o al menos así me lo hizo saber El Mayor cuando echando mano de su talento
dramático me dijo “ no te odio porque me hayas castigado, te odio porque me has
quitado a mi hermano”. Se avecina un duro y largo invierno.
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comentarios
Comments ( 4 )
Uy! te mando muchiiiiiiiiiiisimo ánimo! contra dos pequeños ninjas una madre ha de dotarse de todas las armas...tú ve haciéndolo ya y no lo dejes para mañana! ;)
Besoss!
www.mamitambienexiste.blogspot.com.es
Tranquila, intentaremos que el invierno sea más llevadero con una alianza de ninjas y samurais. De momento el parque será nuestro campo de batalla y cuando el tiempo también esté en nuestra contra será el turno de las casas pequeñas y sin jardín, que en invierno se tornan la mar de acogedoras.
La alianza temporal será , como decían Los Amaya: "Amigos para siempre", y en cuanto a su consistencia será como el acero inoxidable, por lo menos así he interpretado la escena de la semana pasada, cuando el Mayor estaba viendo en la tele a los pingüinos de Madagascar y apareció el Rubio en pijama saludando educadamente con un " Hola Memé", a lo que éste respondió: " Hola idiota".
El Rubio, lejos de sentirse ofendido, asintió sonriendo, se sacó un moco y se lo ofreció a su hermano en señal de agradecimiento y sumisión. enternecedora escena, pardiez!,,,
Yo también tengo dos pequeños bárbaros en casa. Aunque aún son canijos, ya van haciendo piña y cada vez me asusto más...