Nosotros somos de pueblo.
Vivimos a media hora de Madrid, pero somos de pueblo. Yo bajo a la ciudad (aquí
en Madrid los de la sierra “bajamos”) a trabajar todos los días, por eso los
fines de semana lo único que me apetece es quedarme en casa. Los niños en
cambio pasan su vida en el pueblo y eso les ha predispuesto a tener una serie de capacidades rústicas de
tipo lanzar bostas de vaca a modo frisbee (visto aquí), hacer inmensas colecciones de palos y piedras
o vocear imitando a Cipriano el vecino de la boina.
Por eso cuando surgió la
posibilidad de pasar la mañana del sábado en pleno barrio de la latina y en un
sitio como Grey Elephant se me ocurrió que sería un buen momento para que mis
pequeños gañanes conocieran mundo; así que les cepillé las uñas, les peiné con
raya y nos bajamos.
Como no podía ser menos, el
lugar estaba espectacularmente decorado para la ocasión. Nada mas llegar nos
recibieron Laura y Juampa amables y cariñosos como ellos solos. La cosa estaba
pensada para los niños al detalle, no solo por la cantidad de juguetes de
Thomas y sus amigos que había por doquier, sino porque hasta nos habían
preparado batidos, zumos y agua para los peques y un piscolabis que me hizo
guardarme los plátanos y la botella que me traía de casa (es que si no llevo un
bolso de 30 kilos no voy a gusto).
Había trenes y vías por
todas partes, y mis retoños se lanzaron al suelo a pasárselo en grande.
Después de jugar un rato
fuimos a otra sala para ver un capítulo de la serie Thomas y sus amigos, que la
verdad, se agradecen unos dibujos creativos y pacíficos entre tantas patadas
voladoras y tantos rayos mortales. Y cuando por fin la chica de Boing, toda
amabilidad y sonrisas, consiguió no sin esfuerzo que todos nos sentásemos y nos
callásemos un poco (callarnos se nos da mal a las madres blogueras, es lo que
tenemos), en mitad del silencio se escuchó un rugido huracanado en forma de eructo
nivel Cipriano, seguido de un – ya he terminado el batido Mamá- y la mano del
Rubio que me daba el brick vacío indicando que yo era la procreadora del zagal
eructador.
23:50
|
Category:
|
3
comentarios
Comments ( 3 )
Que suerte que podáis asistir a esos "saraos" que molan tanto... En la sabana ya podemos llorar, patalear, que nada de nada jajajaja
Supongo que tendrás que ir a más para que tus pequeños bajen más a menudo a la urbe y vean mundo y tal vez así.... aunque cuando un eructo llega lo mejor es siempre soltarlo y dejarlo volar libre :)
jajaja! qué buena tu crónica... nosotros también estuvimos, qué pena no ponernos cara! besos
jajajaj No lo había leído! Por fin controlo el reader de wordpress. Me ha encantado! Un besazo guapa