Un guerrero Ninja siempre
lleva consigo el alimento necesario. En tiempos de guerra los recursos son limitados
y no sabe si comerá mañana; ha de estar preparado.
A una madre Ninja se la
distingue en la distancia porque carga una gran bolsa/mochila llena de víveres
necesarios para la supervivencia. Para la supervivencia de su sistema nervioso.
Si no llevas la bolsa llena de zumo, galletas, bocatas y petit suisse de esos
de apretar del Mercadona ( para los que hay una gran cantidad de nombres porque
ninguna sabemos cómo se llaman en realidad) tendrás que aguantar a la fiera
hambrienta a la salida del cole berreando en el coche que por qué no has traído
merienda.
En mi caso particular, los
dos comen mucho. Pero mucho. Sólo tienen cuatro y dos años y liquidan una caja
de chococrispies para desayunar en cuatro días. Un pack de seis yogures no
dura ni dos días, y cada quince tengo que comprar una caja de seis bricks de
leche. Del embutido ni hablamos, el jamón de york es un espejismo desde que han
aprendido a abrir la nevera y arrimar un taburete. Y, para que no se me planten
en casa los del estirón, diré que devoran la fruta como si no hubiera un
mañana. El Rubio es la atracción de las madres del parque cuando ejecuta su
número: “me meto una pera el la boca y solo dejo el rabito”. Me han llegado a
echar monedas y todo.
En el cole ya me amenazan
con cobrar suplemento de comedor. Lo estamos aplazando porque se comen los
restos que se dejan los otros niños y porque a las cocineras se les cae la lágrima
cuando piden repetir por tercera vez de acelgas. En la guardería al Rubio le sientan solo
porque termina su plato y ataca al de los demás sin preguntar si se lo van a
comer todo. Sospeché que iba a ser voraz el día que le vi abrir el
lavavajillas, coger una cuchara e irse a beber al water; por lo visto,
consideraba que el plato de sopa que le había puesto era pequeño. A los diez
meses cagaba arena, y de este hecho formulo yo dos hipótesis: que comía arena y
que la arena es mejor que el activia, porque iba como un reloj.
Todo esto, no se vayan a
pensar, es herencia genética. El Samurái en su tierna adolescencia se ventilaba
un litro de leche y una barra de pan sólo para desayunar. Siento verdadero
pánico cuando pienso en qué va a ocurrir cuando tengan quince años, sobre todo
si son tan aficionados al deporte y a la buena mesa como el padre: “Mamá, que
ya hemos terminado de jugar al fútbol”“vale hijo, pongo a cocer cinco kilos de
macarrones” “¿Y a mi hermano que le vas a hacer de comer? “Ruina. Total. Y como
la perspectiva es que a los funcionarios nos sigan bajando el sueldo, me voy a
ir buscando ya unos ingresos alternativos. ¿Dónde se gana pasta y hay tiempo
libre para empanar treinta filetes? ¿En el congreso? Madre Ninja for president!!!
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comentarios
Comments ( 5 )
Ya tienes tu primer voto... Q no me entere yo q el Rubio pasa hambre!!!
jajajajajajaja ¡lo que me he reido! En casa éramos dos hermanas y mi madre. Mi padre de poco comer. Tengo casi todo primas, así que no había visto nunca la voracidad masculina hasta que no conocí a mi santo y sus hermanos...son la única familia que comía 4 platos y entre medias se untaban queso o paté en pan...
En fin. Que la coliflor llena mucho, por si te sirve....
Es estos momentos vamos de viaje en coche y cada uno de ellos, padre incluido, se esta comiendo un fuet entero a bocaos. De verdad, mi futuro es incierto
Me apunto tu blog,seguro que saco ideas de que darles de comer para que no se me coman a mi. Gracias por comentar!!
jajaja, es una suerte que tus peques coman tannnn bien!! si, a lo mejor tu el tannn te lo ahorrabas, pero bueno, mejor que coman así a que sean de mal comer no?
Eso sí, ve preparando una buena despensa para los próximos... 30 años?? jajaja