Yo, que he pasado por trances que parecían ser momentos muy decisivos para mi vida como la selectividad o unas oposiciones, no he vivido mayor tensión que las semanas que esperé hasta saber si me han cogido en el colegio que pedía como primera opción. Si me han cogido a MI; Esperanza Aguirre, esto es entre tú y yo, los niños no tienen nada que ver en el asunto.
Durante los meses previos al temido mes de marzo, cuando se abre el plazo de solicitud, los padres entramos en un estado de nervios que no se aplaca con nada. Vamos en caravana a los días de puertas abiertas de los colegios e inspeccionamos cada rincón, cada esquina, cada puerta. Los colegios públicos te reciben con su buena voluntad y te cuentan con resignación lo que hay (me temo que cada vez van a tener menos que contar), los colegios concertados te enseñan la capilla y te rezan tres avemarías, y en los privados te recibe la directora de marketing, el profe de esgrima y, a veces, el cura castrense. La información que recibes la contrastas con búsquedas en Internet y lo que oyes a otras madres. Todo gira en torno a la elección del cole, las semanas previas se montan debates de altura en los parques, te puedes unir a cualquier foro que encuentres: “¿de qué cole habláis aquí?” “de los carmelitas”, “ah, no, estoy buscando el del Miguel de Cervantes” “ahí, al lado del tobogán”.
Al final, tienes que rellenar la solicitud, así que hay que valorar en serio:
- Colegio público: Mi teoría, es que la jornada intensiva de cinco horas de clase seguidas para niños de tres años realmente si les prepara para el futuro: trabajadores a destajo en fábricas chinas. Hay mucha polémica a este respecto, pero del informe de las federaciones de APAS se puede concluir que salir del cole a las dos a los niños ni les beneficia ni les perjudica, la Administración se ahorra un pico, a los profesores les apaña la tarde y a los padres nos jode la vida.
- Colegio concertado: Si eres católico estás de enhorabuena, si no, o te bautizas o te espabilas; en Madrid, coles laicos con horarios que permitan la famosa conciliación hay muy pocos. No se que haces leyendo esto, corre a adoptar fraudulentamente a un niño que ya esté en ese colegio para que te den los puntos de hermanos en el centro.
- Colegio privado: Vale, elegiremos cual de los dos niños es el favorito y ese irá al colegio mientras los demás nos dedicamos a coser zapatillas en el sótano.
Rellenas la solicitud y esperas con los dedos cruzados. En los parques corren las historias de terror: “A menganita no le dieron el colegio que pidió y la comisión de escolarización acabó dándole plaza para el niño en un reformatorio; con cuatro años,acaba de entrar en los Latin Kings”. Se ven todo tipo de triquiñuelas, empadronamientos falsos, denuncias a la comisión de unos padres a otros para intentar quitarse de en medio a los enemigos y puñaladas traperas de todo calibre.
Y salen las listas. Hay llantos, alegrías y reclamaciones a la comisión de escolarización. Y un año después, nada. Te das cuenta de que no era para tanto, no hay colegios perfectos pero ninguno es tan terrible y sobre todo te das cuenta de verdad de que si pretendías dejarlo en el cole y esperar tranquilamente a que te lo devuelvan sabiendo leer y escribir sin tu dar ni un palo al agua estabas muy equivocada. Queréis la educación, pero la educación cuesta, y aquí es dónde vais a empezar a pagar: con sudor, dedos pegajosos, material reciclado y 300 fotocopias de cuadros del Van Gogh, el polo norte o lo que sea que toque ese trimestre en clase.
Las peticiones de los profesores para casa en el ciclo de infantil conocen tres niveles: razonable, incomprensible y surrealista.
Como razonable, entiendo cosas del tipo: “la teacher (si, el bilingüismo ha llegado, supuestamente para quedarse) ha pedido que traigamos “ triangles” . Y tu te tiras toda la tarde buscando en revistas o en el google images, fotos de triángulos, que luego le dices al niño “venga, vamos a recortar los triángulos” y te dice “¿que es eso?” y tu, pronuncias como buenamente puedes “pues los triangles”. En el marcador cerebral de tu hijo se anota: Español 0 - Inglés poligonero 1.
Como incomprensible, intento asumir el tema de los disfraces. En carnaval, en mi cole de pequeña, cada uno iba vestido de lo que le daba la gana; ahora hay carnavales temáticos, y si a la profe le da por innovar tienes que hacer el disfraz de quesito del trivial como me tocó a mi el año pasado, o el de aro olímpico que me ha tocado este. Y vete tú al chino a buscar un traje de trivial. Te va a tocar hacerlo con cartulina o lo que pilles; que no hay comprensión para las madres modernas, que, si antes sabían coser a máquina, ahora tenemos que hacerlo a escondidas en el trabajo. Mi hijo el año pasado llevaba un traje de trivial hecho con una caja de “material de oficina Pérez”.
Y luego, llega lo surrealista; porque cuando me dijeron que recortara triángulos, recorté triángulos; cuando me pidieron un disfraz de aro olímpico, recorté círculos, pero cuando me pidieron un belén hecho con chucherías lo que hice fue flipar pepinos. “¿Un belén de que? “ “de chuches, os ha tocado el buey y la mula” “¿quieres decir que tengo que hacer un buey y una mula con gominolas?“ “bueno, o con nubes o con regaliz, como quieras. Para el lunes”. Si yo entiendo que el cole quiere potenciar la creatividad de los alumnos, pero ese domingo por la noche, mientras intentaba ensartar una nube y unas gominolas con palillos después de muchos intentos fallidos porque El Mayor y El Rubio preferían obviamente comérselas, me preguntaba por qué leches no me había dejado de monsergas y les había metido en los carmelitas, que por lo menos el traje de pastor, las panderetas y hasta el Jesucristo fluorescente los venden en los chinos.
22:57
|
Category:
|