Pues señor: iba yo un día de esta semana a unas horas menos intempestivas en el tren (una es ninja, pero a veces se duerme, que le vamos a hacer) cuando, sin quererlo pero sin evitarlo tampoco, capta mi antena una conversación en el asiento de al lado entre dos mujeres aproximadamente de mi edad. Si tienen ustedes la misma falta de discreción y el mismo poco respeto que yo a la privacidad ajena, tendrán a bien leer esta breve transcripción de la conversación, que será más aproximada que literal dadas la hora de la mañana y el hecho de que si no me acuerdo de lo que he desayunado hoy no me voy a acordar de lo que hablaron estas buenas mujeres el lunes:

 

-          Mujer1: Pues me he pasado toda la semana pasada mirando colegios para la  niña, que el curso que viene empieza ya

-          Mujer2: ¿Y dónde la vas a meter?

-          M1: He visto dos, el concertado de los curas y el público del pueblo. El de los curas está nuevo, tiene un gimnasio enorme, un montón de ordenadores, y, mira, no es que yo sea racista, pero no hay ningún inmigrante.

-          M2: Ya claro, yo tampoco, pero no me hace gracia, en el colegio de mis sobrinos, que es público, han metido a dos niños que no hablan español en mitad de curso y solo hay un profesor de apoyo para todo el colegio. Los nuevos retrasan la clase

-          M1: Y además, el horario es hasta las cinco, y si quieres extraescolares hasta las seis, y yo, con el trabajo no puedo recogerla antes. El caso es que si la meto en el público, pagando las extraescolares y la ampliación de horario me sale casi por el mismo precio

-          M2: Es verdad, y por lo menos esta hasta las cinco dando clase y no perdiendo el tiempo

-          M1: Yo, es que con los 800 euros al mes que gano y que no puedo salir ni un día antes del trabajo, si me lo tengo que gastar en el colegio, casi que prefiero el concertado, que me da más garantías de ampliación de horario, porque el público tiene jornada continua.

 

Si a estas alturas de la conversación no han llegado ustedes ya al grado correspondiente de indignación puede ser por varias causas:

-a.- Que sean ustedes José Ignacio Wert, Lucia Figar o similar

-b.- Que regenten ustedes un próspero negocio llamado colegio concertado y no tengan el menor pudor en sajarles 200 euros mensuales a familias con un sueldo de 800 bajo la promesa bastante dudosa de que la mejor educación es la que se paga; la que se paga dos veces, porque esas familias ya han pagado con sus impuestos el concierto y luego lo vuelven a pagar.

-c.- Que me estén leyendo en el año 2034 tras pasar por unas 1.500 reformas educativas y no hayan sido capaces de entender ni una sola palabra de todo lo que he escrito anteriormente.

Yo, por mi parte, me bajé del tren y me fui a trabajar sin saber muy bien si reírme, llorar o gritar. O votar.