He leído por
ahí que hay un movimiento cultural-moda-o algo que propone tener una vida más
lenta, apreciando mejor las cosas, sin prisas y así, y me ha dado una envidia
que me ha salido urticaria y todo. Ojala pudiera yo, pero es que no tengo
tiempo para tener tiempo.
En parte, o
en todo, es culpa mía. Mia y de mi amígdala; la de mi cerebro, no las de mi
garganta. Ese desagradable conjunto de neuronas impacientes y chillonas
controlan mi cabeza y me hacen ir de ídem. Hay que entenderla, a la pobre
amígdala; ella no sabe que vivimos en el siglo XXI, ella cree que aún estamos
en el neógeno y que si me quedo demasiado rato quieta mirando un escaparate o
apreciando una puesta de sol (y fotografiándola para ponerla en el Instagram), vendrá un tigre
dientes de sable y nos merendará a mi amigada y a mi sin ningún miramiento. Por
eso lo más seguro para las dos es que yo no pierda ni un segundo en chorradas
como dormir, tumbarme en el sofá, masticar la comida o caminar. Es mejor poner lavadoras, pasar el mocho, engullir la
comida y desplazarme en el patinete.
Ah, sí, el
patinete, eso por lo menos es divertido, y me ahorro casi diez minutos entre el
trabajo y la estación de cercanías, que viendo lo caro que está el minuto últimamente
me ha salido bastante rentable. Me deslizo cuesta abajo a toda la velocidad
posible que me permite la marea de transeúntes, visualizando el hueco entre
señora con carrito de la compra y niñas de instituto y colándome entre ambas
con un aullido de admiración por parte de las del instituto y uno de desaprobación
por parte de la del carrito. Que digo yo que la que más tiempo ha disfrutado de
la vida tendría que tener menos miedo a perderla a manos de una descerebrada
con un patín y las que aún tienen mucho que vivir deberían agarrarse a su vida
con uñas y dientes y apartarse de mi camino, pero extrañamente es al revés. Las
amígdalas son muy raras.
Volviendo al
tiempo que no tengo y que debo de gestionar fatal; ¿cómo lo hace la gente, de
cuyas maravillosas vidas nos enteramos por las redes sociales, para pasar #unratitochachiconmiamorcito
o #aquitiradasofaymantita? En serio ¿qué
estoy haciendo mal? Si me levanto a unas horas innobles y me acuesto tarde, más
como walking dead que como ser humano y no ha habido ni media mísera hora en
los últimos quince días en que me haya podido ir a correr (por no hablar de lo
del sofá y la mantita que no se ni lo que es). La conclusión es obvia: mi
amígdala y yo somos gilipollas.
O a lo mejor
son los hombres grises. Los hombres grises que me han convencido de que para
tener tiempo hay que ahorrar tiempo, y yo por más que ahorro tiempo más lo
pierdo, porque se lo quedan ellos, y se van al caribe a gastarse mi tiempo, y
se reparten tarjetas black para gastarse obscenamente minutos y minutos de mi
tiempo. Basta ya. Si alguien va a dilapidar su tiempo voy a ser yo, este fin de
semana que me busquen en el #sofaylamantita, eso sí, es probable que tenga que
salir de vez en cuando a limpiar algún culo, pero en fin, tampoco se puede
tener todo.
0:48
|
Category:
|
6
comentarios