Feliz navidad y paz en la tierra a las madres ninjas de buena voluntad. A las de mala voluntad nos vais a tener que mandar a este Santa

 
Lo dicho, queridas y queridos, pasadlo bien, comed y bebed todo lo que os den porque os van a hacer falta las fuerzas para recoger todos lo burruños de papel de regalo.
 
Aprovecho también el post para agradecer mucho a tod@s los que os metéis por aqui a leer mis tontunas con regularidad, porque gracias a vosotros ya tengo 20.000 entradas. Por mi parte, prometo seguir arriesgando la vida para traer nuevas y emocionantes aventuras ninja. Felices fiestas y un abrazo enorme.

Eres impaciente joven guerrero Ninja, aún no has comprendido que hay trabajos que nunca terminarás.

 

Maldita, como Sísifo, condenada por toda la eternidad a subir una roca a una montaña,a que se me caiga a escasos centímetros de la cima y tener que volverla a subir. Castigada, como Sísifo, a pasar el mocho por toda la casa y que en el último centímetro de parquet el perro vomite la plastilina que se ha tragado y volver a pasarlo otra vez. Bueno, a lo mejor a Sísifo no le condenaron los dioses a pasar el mocho, los dioses no eran tan crueles.

 

Lucho sola contra la mugre y el desorden. Sola porque la teoría del Samurai es   “para que recoges si en cinco minutos lo van a sacar todo otra vez”. Esta teoría es prima hermana de otras grandes teorías que los hombres han dado a la humanidad tales como “no hace falta cambiar las toallas porque cuando las usas estás limpio y no se manchan nunca” “es inútil hacer las camas si por la noche la vas a deshacer otra vez” o “el agua que cae al suelo no mancha, sólo es agua”.

 

Llevo cuatro días cambiando sábanas porque el Rubio, que ya llevaba tres semanas durmiendo sin pañal, ha decidido que el puede aportar algo mas de diversión a mi insulsa y gris vida y nada mejor que obligarme a doblar el número diario de  lavadoras y secadoras. ¿Hacerle dormir con el edredón apestando a pis sería considerado abandono?. Pensaba en voz alta.

 

Y como tenía poco, he acometido la hecúlea tarea de hacer limpieza de juguetes de cara al próximo tsunami navideño. La cosa al principio iba bien hasta que el Mayor decidió meterse por medio. Estaba yo metiendo cosas sin piedad en una bolsa de basura tamaño jardín cuando el se percata de mi acción y se acerca desconfiado “Mamá, ¿Qué haces tirando los juguetes?” “No hijo, si no los tiro, los guardo en esta bolsa para hacer sitio a los juguetes nuevos que traerán los reyes” (la mentira, arma Ninja por excelencia, ya me pasará factura en la adolescencia, por lo pronto voy tirando) “Pero todos estos juguetes no hay que guardarlos, los uso mucho” Al desgraciao que se le ocurrió meter juguetes en los happy meal y en los huevos kinder habría que colgarle de los mismos huevos kinder.

 

Durante la noche, aprovechando el sigilo de una casa en la que los niños ya duermen, una Madre Ninja carga, directa al contenedor, con un saco de juguetes mas vacío de lo que esperaba, ya que mientras ella lo iba llenando El Mayor lo iba vaciando, convirtiendo su tarea en el trabajo que nunca termina. Maldita, como Sísifo.
Buenos viernes everygüan!

Resulta que tengo el corazón contento, corazón contento y lleno de alegría porque he recibido mi primer regalo de navidad de este año. Se trata de una iniciativa de Madresfera, una mas de sus muchas iniciativas geniales, en la que han organizado un amigo invisible con toda madre-blogger que se quería apuntar. Yo me apunté y ya mandé mi regalito y a cambio he recibido esta chulada de manos de  Ser Madre Me Mata a quien estoy muy agradecida. Os recomiendo la visita a su blog que no tiene desperdicio, yo ya lo tengo entre los que visito.¡¡Muchas gracias hermosa!!

Como veis bien vale para clavar alfileres o estrellas ninja, según me venga


 
Una cosa muy chula y llena de espíritu navideño. Y como encima es viernes y esta tarde tengo sarao en casa que incluye la liquidación completa de la cesta de Navidad del Samurai, varios amigos, muchos niños y un castillo hinchable no puede presentarse mejor el fin de semana.

Besos y abrazos a todos y a pasarlo bien!!


El guerrero Ninja no está especializado en batallas en las que se enfrentan dos ejércitos, le desconcierta la multitud, pero hay días en los que no tienen más remedio que luchar en esas condiciones.

 

Puente de diciembre en Madrid, ¿que hace la gente? La gente va al centro a ver las luces, la plaza mayor y el Cortylandia; y cuando digo la gente quiero decir TODA la gente que hay en Madrid. Riadas de gente en unos escasos kilómetros cuadrados, dos millones según mis cálculos, 30.000 según la delegada del gobierno. Y, como la familia Ninja también es gente (lo que está por definir según algunos, ya que nos casamos por lo civil, es si somos familia) pues allá que nos fuimos, al baño de multitudes.

 

El equipo constaba de seis adultos y siete niños. Una de las decisiones acertadas de la tarde fue llegar al centro en transporte público, la decisión acertada fue la nuestra, los que se equivocaron fueron los otros viajeros que eligieron el vagón de cercanías en el que íbamos nosotros. Llegué a ver a una señora huir con expresión de pánico en cuanto se abrieron las puertas en su parada, no me extraña, siete niños de entre ocho y dos años, ninguno había echado siesta y todos presentaban tal nivel de excitación, que un chaval con el típico peinado cani se me acercó para preguntarme que qué habían tomado los niños y que si le podía pasar un gramo de eso.

 

Al bajarnos en la estación de Sol uno de los padres, este concretamente, procedió a dar las instrucciones precisas: “Que nadie se suelte de su papá, todo el mundo atento siempre a los mayores y al que le coja un globo a Mickey o al Spiderman gordo le corto la mano” Listos, podemos salir. No creo que haya cosa más estresante que atravesar una plaza abarrotada y llena de luces y gente disfrazada con un niño pequeño de la mano. La posibilidad de que se suelte y desaparezca es tan alta que se te tensa todo el cuerpo y te concentras tanto en no soltarlo que ni siquiera escuchas “Mamá, me estas destrozando la mano”.

 

Por fin llegamos frente al Corte Inglés, a ver el Cortylandia que es una parada obligatoria porque forma parte de la tradición navideña de los que fuimos niños en los ochenta. Lo que pasa es que los que fuimos niños en los ochenta tenemos hijos del 2000 y los señores del Corte Inglés siguen haciendo lo mismo que se hacía en los ochenta. La situación que provoca este desfase espacio-temporal es que hay una multitud de treintañeros cantando la canción de Cortylandia con niños subidos a los hombros con cara de “¿qué mierda es eso?” “¿cuándo van a empezar los efectos especiales?” o “en serio, papá, yo te respetaba, pero ya te he perdido el respeto y solo tengo cinco años”.

 

La siguiente parada obligatoria es el mercado de la Plaza Mayor. Hacía años que no me pasaba y he comprobado cómo se ha intentado acercar a los mercados navideños de centro Europa, pero en mi opinión ha perdido su encanto, porque lo bonito era comprarte una mierda de plástico, un niño Jesús y una peluca rosa todo en el mismo puesto.

 

Como no hacía frío y encerrar a los niños en un bar era temerario, nos sentamos en una terraza de la calle Toledo a tomar chocolate con churros, unas cervezas y un bocata de calamares. A castizos no nos gana nadie. Al haber menos gente en la calle, los niños pudieron correr, saltar y hacer la croqueta a sus anchas, y yo tan tranquila mojando el churro en cerveza, hasta que llegó lo inevitable: “Mama, pipi”. El cuarto de baño de aquel bar estaba a la altura de su bocadillo de calamares, vamos, que era una bazofia inmunda. El suelo encharcado, la taza mojada, la cadena que no funciona. Intento hacer que El Rubio haga pis de pie, por lo de evitar infecciones y demás, pero el se niega alegando que tiene caca. Genial. En un ejercicio combinado de equilibrismo y levantamiento de pesas consigo que el niño evacue con un resultado de 90% de cacas y 70% de pises en el interior de la taza, bastante bien para ser la primera vez. El problema es que yo también tenía que eliminar la cerveza de mi cuerpo, y mejor aquí que en los baños del tren (luego comprobamos que había vuelto a acertar, el baño del tren era tres veces mas inmundo), así que me cuelgo el bolso del cuello para que no roce el suelo, me coloco en posición y con una mano sujeto al rubio para que no se siente mientras que con la otra sujeto la puerta que por supuesto no tenía cerrojo. El niño, que no se puede estar quieto ni tres segundos, decide entretenerse dándome palmadas en el culo mientras canta “culo, culo, culo” con la musiquita del cortylandia. Ahora se la aprende el desgraciao.

 

La vuelta a casa fue ya mas relajada, pese al episodio del baño del tren, que no referiré por si hay lectores sensibles. Puedo resumir que cumplimos con la tradición, lo pasamos genial y los niños durmieron la mañana siguiente hasta las diez porque estaban reventaos. No se puede pedir mas, el año que viene repetiremos. Como toda la gente.

 

El guerrero ninja sabe que, aunque sus enemigos sean muy diferentes entre sí los dos tienen el mismo objetivo: acabar con él.

Hay un concepto un poco equivocado, pero muy extendido y que a alguna que otra le toca mucho la moral que es el de madre primeriza. Si, efectivamente cuando eres madre por primera vez hay muchas cosas que no sabes, obviamente porque nunca las has vivido, y hay personas, generalmente madres mas “experimentadas” que achacan todos tus males a este hecho. Pero cuando tienes otro hijo, se supone que ya tienes que saber cómo gestionarlo todo y que ya no puedes escudarte en tu ignorancia de primeriza. Esto sería así en un mundo perfecto, pero en el mundo real no, porque cada niño es distinto y el factor sorpresa se mantiene vivo como el primer día. Efectivamente, hay cosas que ya no te pasan, pero esto no es porque seas más sabia, es sencillamente porque no llegas a todo y te vuelves mas dejada.

Yo, que tengo dos, puedo decir que hay cosas en las que se parecen, como por ejemplo la afición a los palos y las piedras que debe encontrar explicación en sus instintos comunes de homínido, y hay cosas en las que son como la noche y el día:

-        Relación con los adultos

o   El Mayor: Ha pasado más tiempo entre adultos que su hermano y por su condición de primogénito el mismo se considera un adulto bajito. Por este motivo se permite hacer preguntas a los adultos de tu a tu, como por ejemplo ¿“cuánto tiempo hace que eres viejo?” “¿Por qué estás tan gorda?” y    “¿Qué le ha pasado a tu pelo?”

o   El Rubio: Ha aprendido que cuanto más lejos esté un adulto más tiempo tardará en descubrir que está intentando recortar un folio con un cortapizzas encima de la mesa. Lo mejor es frecuentar adultos que o bien no se enteran o bien no regañan: los abuelos

-        Relación con los otros niños

o   El Mayor: Está demasiado acostumbrado a mandar y ser obedecido por su hermano pequeño y no le gusta mucho que sus iguales no hagan lo mismo

o   El Rubio: Cuando está en la guardería, el hecho de que nació a primeros de año y es el mayor de todos le otorga el título de marqués del patio y conde de los juguetes. Esto, unido a una mente que no para de maquinar hace de él un peligroso enemigo, cosa que constaté el lunes cuando al ir a recogerle vi como había formado un pequeño ejército con sus compañeros de clase y les tenía colocados en fila haciendo prácticas de escupitajo.

-        Relación entre hermanos: Aquí no hay problema, se complementan. El Mayor lo piensa y el Rubio ejecuta. Esto es precisamente lo que les hace tan peligrosos y el motivo por el que tengo que estar siempre con el instinto ninja en guardia. El sábado por la mañana, absorta como estaba en mi afición preferida que es fregar los baños, me doy cuenta de repente que hace un rato que no los escucho. Sudores fríos me recorren la espalda y bajo como una flecha a ver cómo arde la cocina o como han sacado el relleno a todos los cojines y cuando llego al salón me los encuentro sentaditos en el sofá con un libro en el regazo y El Mayor le va señalando las letras al Rubio. “¿Qué hacéis?” “Nada, le estoy enseñando a leer”. Al principio me desbordó la satisfacción y el amor de madre, pero llevo un par de días dándole vueltas a una idea inquietante: ¿y si están aprendiendo a lees para perfeccionar sus técnicas de destrucción? Yo, por si acaso he escondido los volúmenes de la enciclopedia dedicados a la guerra mundial y “El Príncipe” de Maquiavelo.
Cualquiera que tenga ojos y/o orejas se habrá dado cuenta de que la navidad está a la vuelta de la esquina.Y cualquiera que tenga internet y guste de pasearse entre los diversos blogs adalides del bonitismo y de la ejemplaridad maternal se habrá dado cuenta de que o se hace un calendario de adviento hand-made o ya se puede ir dando de baja del club de las madres.

Yo, el año pasado me flipé pero que mucho con este tema y me curré un calendario a base de bolsitas de papel kraft ( material trendy-mother por excelencia) con un dibujito que me había descargado de una web sueca y que rellené cada día con un juguete distinto. Claro, mis hijos lo súper fliparon, pero el Samurai argumentó que eso ni era económico, ni era didáctico, ni era ecológico ni nada de nada, a ver, cada día un juguete, supone cada día un trasto más que acumular y un pasito más allá en el fomento de la desidia infantil; si ya lo tiene todo, ¿ qué se va a pedir para reyes?

Así que este año, no tenía pensado hacer ningún tipo de calendario y, como mucho, comprarles uno en el lidl con ventanitas; pero esta mañana El Mayor me ha enseñado el dibujo que había hecho con el tema: " lo que más ilusión me hace por navidad" y ahí estaba el calendario de marras. ¿ Que tipo de víbora cruel e infame dejaría a su hijo sin la cosa que más ilusión le hace por navidad? Yo, que estoy en tercer curso de víbora cruel e infame nivel voy a mantener la premisa de no hacer regalos cada día pero si vamos a hacer un calendario hand-made, o mejor dicho office-made que lo he hecho esta mañana en el trabajo. Consiste en 25 pegatinas que tienen que pegar en una hoja, una por cada día, hasta que llegue la navidad. En un alarde de creatividad las irán pegando en una plantilla que al final simulará la forma de un abeto. Por si hay alguna que no aprobó el año pasado el curso de víbora cruel e infame y también quiere hacerse uno, paso a relatar cómo lo he hecho yo:


  1.- Descargar un imprimible de la fuente suprema de sabiduría: los blogs de las amas de casa americanas. Yo he descargado este

  2.- Imprimirlo en el curro. Afortunadamente aún tenía unas hojas de papel adhesivo, pero se puede hacer con post-it que queda mas tipo oficina.


 
 
 
 
3.- Conseguir una hoja de Din A3 para hacer la plantilla en la que luego mis hijos irán pegando los cuadrditos recortados. Las hojas de A3 e consiguen fácilmente en el cajón de abajo de la fotocopiadora. De nada.
Pido perdon públicamente por esta foto tan mala
 
 
4.- Hacer la plantilla con algo de ojo para que al final formen un árbol de navidad. Me ha costado un rato porque no se dividir ni con calculadora. La he contorneado con un rotulador permanente, a mano alzada que queda mas krafty
 
Rajoy, jódete, que empleo mis horas como empleada pública en esto



Y listo. Esta tarde en casa que vayan ellos poniendo los números en los cuadraditos y ya tenemos tarde entretenida.
 







A estas alturas ya habréis votado lo votable las que estáis al corriente de los premios porque formáis parte de la Madresfera, pero para todos aquellos que no formen parte, explicaré que son unos premios que organiza esta página web especializada en temas materno-blogeros.


  Todos los que no habíais oido nunca hablar de Madresfera, los que tengan otra IP o los que no hayan decidido todavía a quien votan, aquí os dejo el enlace para que busquéis el número 15 y le deis vuestro voto a La Madre Ninja. Millones de gracias!!

http://www.madresfera.com/blog/nominados-para-los-premios-madresfericos-categorias-para-bloggers/



Cuando los enemigos del guerrero Ninja aprovechan la noche para atacar este debe permanecer alerta. La noche es su elemento, pero no debe confiarse.

 

Jueves, 21:30 de la noche. Me voy a la cama porque estoy muerta. El Samurai decide quedarse a ver el partido con la satisfacción del deber cumplido; no todos los días corta uno con éxito 40 uñas minúsculas de manos y pies. Cuando termina el partido los demás estamos ya en el quinto sueño y el, como noble Samurai que es, hace la ronda a ver cómo están los vástagos antes de acostarse: El Mayor duerme plácidamente apoyando su cabecita en su almohada de Buzz Ligthyear. El Rubio duerme plácidamente con su cabecita sobre un charco de vómitos. “Leches (no es exactamente la palabra que usaría el Samurai, pero vamos a darnos una licencia poética), este niño ha vomitado y ni se despierta. Bueno, le cambio la almohada y apañao, será que ha comido mucho”. Tiene razón el Samurai en este razonamiento ya que esa tarde/noche la lista de alimentos ingeridos por El Rubio venía a ser la siguiente: dos mandarinas, un petit-suisse de apretar, un zumo, tres galletas, un plátano, una tortilla de tres huevos y un yogur. Claro, con dos años y medio y el estómago del tamaño de una naranja hay un momento en que lo que no cabe por algún lado sale. Así que le cambia la almohada, le pasa una toallita por la cara para no despertarle y le deja dormir; ya mañana le ducha si es necesario.

 
Un par de horas después yo seguía en coma, pero el Samurai, siempre alerta, se despierta después de escuchar una arcada. Ahí ya si que el Rubio está despierto, sentado en la cama y con la sudadera del pijama a tropezones; no hay mas remedio que ducharle, por supuesto, en contra de su voluntad. Los berridos consiguen sacarme de mi letargo y voy al cuarto del Rubio que parece el de la niña del exorcista. No preguntéis cómo ni por qué, pero hay vómito hasta en el cristal de la ventana. Hago un intento de cambiar las sábanas, pero yo es que, de toda la vida, a las tres de la mañana no rijo muy bien, ya sea en mi casa o en otros sitios más concurridos, de manera que decidimos acostarlo con nosotros en la cama, asumiendo el riesgo mortal. Como no tiene fiebre y dice que no le duele la tripa y que quiere dormir (y además es el segundo y ya pasamos un poco de excursiones psicópatas a urgencias en mitad de la noche porque el niño ha cagado blando) le acostamos entre nosotros. Media hora después me despierta el sonido de una arcada como el click de una mina que se acaba de activar. En décimas de segundo, agarro al niño y lo saco fuera de la cama con un movimiento rápido gracias al cual el va ejecutando una parábola de vómito que culmina felizmente sobre mis zapatillas de andar por casa situadas a los pies de la cama. Soy el puto Bruce Willis de las madres. Un cambio de sábanas y edredón y una pasada de fregona por toda la habitación y consigo poner la cabeza en la almohada justo cuando suena el despertador, las 5:30, buenos días.

 
Me voy a trabajar como un zombie y las criaturas se quedan con mi madre. Como estoy preocupada pido cita con el médico por Internet y la voy llamando a ver cómo está el enfermo: “¿Ha comido algo? “ ¿Te refieres a si ha comido algo aparte de dos platos de macarrones con tomate, un yogur y un plátano? No, nada”.  Anulo la cita.

Algunos días después del incidente, cuando ya casi tenía el stock de lavadoras superado, me encontraba yo durmiendo plácidamente cuando noto a mi lado una pequeña presencia: “mamá, he gomitado”. Leches (ahora soy yo) que susto, por eso ponen siempre niños en las pelis de terror. Activo el protocolo de nuevo: ducha, cambio de pijama, fallido intento de cambio de sábanas e incorporación de niño-bomba a nuestra cama. Esta vez soy más lista, le acuesto cerca del borde y aparto las zapatillas que tanto me costó lavar, pero de todas formas le advierto: “Hijo, si quieres vomitar me avisas” y como es el Mayor no hay vómitos espectaculares contra el armario, pero si que me levanto cuatro veces con él al baño a vomitar, la última, justo cinco minutos antes de que suene el despertador, las 5:30, buenos días.

 
Esta vez se quedan en casa con la otra abuela. Pido de nuevo cita por Internet con el pediatra y la llamo” ¿Ha comido algo?” “Bueno, ha comido poco, un plato de sopa y un paquete de salchichas. Ahora dice que quiere helado, ¿se lo doy?” Anulo la cita.

 
Así que gracias a los virus más rápidos de la historia ahora me encuentro con una montaña de lavadoras y una gastroineteritis que me está durando ya cuatro días; porque yo tengo otro sistema inmunológico debe ser, aunque barajo la posibilidad de que la falta de sueño y la obligación de ir a currar que tenemos ahora los funcionarios aunque nos estemos muriendo (te quitan el 50% del sueldo del día si estás tres días de baja) están haciendo mella en mi salud.

 

Ayer me encontraba yo en mi casa haciendo mi huelga (una huelga que se parece bastante a esta y que, como ella ya lo explica guay no lo voy a repetir yo) y, como le tengo vicio a hacer cosas aunque esté en medio del paro reivindicativo, me puse a pasar la escoba y oye, que la Madre Tigre tiene toda la razón, que se piensa fenomenal pasando la escoba. Bien es verdad que yo no llego a pensamientos del calibre de los suyos (tengo que barrer un poquito mas, tendría la casa más limpia y postearía todos los días) pero se me ocurrió esta idea:

 

¿Qué necesita un conductor de autobuses para conseguir un trabajo como conductor de autobuses? Básicamente, una licencia para conducir autobuses que se obtiene después de un curso y un examen. Sin una licencia no veo yo el modo de conseguir trabajo como conductor, porque la empresa de autobuses y en última instancia los viajeros tiene el deber de exigirle la licencia ya que esa persona es responsable de las vidas de todos los que van montados en el autobús. Yo no me montaría en uno si el conductor me dijera: “mire señora, es verdad que no tengo la licencia, pero tengo muy buenas intenciones y sabré llevar este autobús a su destino mucho más rápido y más eficazmente que el conductor que había antes” “¿pero usted ha conducido alguna vez un autobús?” “no, he conducido coches, camionetas y bicicletas, pero créame que se exactamente cómo hay que hacerlo, no se preocupe, confíe en mi y suba al autobús”

 

¿Que necesita un presidente del gobierno para llegar a ser presidente del gobierno? Necesita ganar unas elecciones. No necesita una formación específica, no tiene que acreditar ser un gran gestor, por no tener, no tiene ni que hablar inglés. Lo único que le hará conseguir el trabajo es ganar las elecciones, esa es su especialidad, para eso se prepara durante años, en eso se basan los partidos políticos. Los ciudadanos tenemos que elegir al candidato por confianza, por un impulso, no porque nos enseñen su credencial como conductor de autobús, no la tiene, nunca ha conducido un autobús.

 

¿Que hará el conductor de autobuses para mantener su trabajo? Conducirá con prudencia para evitar un accidente, intentará ser amable (no todos lo consiguen), cumplirá su horario y su ruta. ¿Qué hará el presidente del gobierno para mantener su trabajo? Ganar las siguientes elecciones, es la única opción. Gestionar bien unos presupuestos y hacer políticas eficaces no es su trabajo, su trabajo es ganar las elecciones.

 

Y nosotros, sentados en el autobús que cada vez está más lleno de gente cabreada. Hay algunos, los de la primera fila, que están muy bien, van en Business, no tienen queja. Pero en el autobús hay un murmullo que está alcanzando ya niveles de gritos en algunas partes, los de la fila de la derecha han empezado a hablar con los de la de la izquierda y resulta que a todos les cabrean las mismas cosas. En la parte trasera hay mucha gente que viaja de pie porque se ha quedado sin asiento. Y el conductor, lejos de apaciguar al los pasajeros, ha decidido poner un CD de Camela a toda tralla. Y cuando cambie el conductor la cosa no mejorará, bajarnos todos y seguir a pie tampoco es la solución; no se en qué modo, pero deberíamos plantearnos qué tipo de personas están llevando el autobús y si deberíamos exigirles de una santa vez el permiso de conducir.

También el guerrero Ninja se equivoca de camino y se pierde, pero no se da la vuelta, sigue, en algún momento volverá a encontrar el camino adecuado.

 

Yo no es que no tenga sentido de la orientación, que no lo tengo, es que no se ni distinguir entre la derecha y la izquierda. La naturaleza he ha echado un cablecillo y tengo un lunar en la muñeca izquierda que me indica que esa es la izquierda cuando no llevo reloj. Gracias a eso soy capaz de indicar dónde está la izquierda en la mayoría de las ocasiones. Algunas veces no.

 

Porque la naturaleza puede ser sabia o traicionera y otorgar apariencias que no se corresponden en absoluto con la realidad, como las planas carnívoras, que a las moscas les deben parecer muy apetitosas y totalmente inofensivas,  pero cuando están dentro de ellas, resulta que es todo lo contrario. A mi, la naturaleza me ha puesto cara de persona que sabe exactamente dónde está y cómo llegar a cualquier sitio y que además es capaz de explicárselo claramente a cualquiera que le pregunte. Me ha puesto cara de GPS. Pero soy como una planta carnívora; el incauto se acerca a preguntarme a mi, a quien ha elegido de entre una multitud porque tengo aspecto de que si se dónde está eso que el necesita encontrar; pero cae en la trampa mortal, porque yo, creo tener una idea aproximada de dónde está eso que busca (que luego no es así) y le indico usando mis conceptos de derecha e izquierda, donde lo más parecido a la realidad es pura coincidencia.

 

Eso fue lo que me pasó el jueves. La mosca era un señor, chileno para mas señas, vestido con un mono de mecánico que venía en el mismo vagón del cercanías que yo, y que se bajó en mi parada junto con otra mucha gente, pero el me eligió a mi. De entre todas las plantas eligió a la carnívora. Necesitaba llegar a un taller mecánico, que está a escasos 200 metros de la estación, porque era su primer día de trabajo, como me comentó con la alegría lógica del que encuentra un trabajo en estos tiempos. El taller no tiene pérdida, le dije yo, todo recto a la derecha, unos doscientos metros. A MI derecha, que para el resto de los humanos es la izquierda. Zas. Se cierra la trampa y la pobre mosca muere.

 

El señor se va tan contento, yo me voy a mi casa, pongo una lavadora, recojo el salón y media hora después, cuando salgo con el coche en dirección al cole veo al pobre señor chileno con su mono de mecánico y con una cara mucho menos alegre de la de hace media hora, preguntando a alguien que dónde está el taller mecánico (maldita sea la concha de tu madre).

 

Querido señor mecánico chileno: Espero que llegara a tiempo. Desde aquí le pido disculpas y prometo solemnemente que nunca más volveré a indicarle a nadie una dirección. Prometo también, como acto de contrición, que si alguna vez visito Santiago de Chile no me voy a hacer la típica foto que se hacen todos los españoles delante de este edificio:    

Es la lotería de Chile. Son así de chulos

 

 

 

Pd: Gracias a mi a miga Claudia, que venía de la universidad de Valparaiso pero que era de Atacama y a las risas que no pasamos en la residencia de estudiantes de Berlín, fui capaz de distinguir el acento de este señor a la primera.     
 
Ppd: La mayor parte de las veces que he llegado a un sitio sin perderme ha sido porque tengo una amiga muy querida que si es un GPS humano, que no nombro porque no le mola pero que sabe perfectamente que hablo de ella ( de ti, si, de ti)

El guerrero Ninja es solitario, pero debe aprender a integrarse en la sociedad, para pasar desapercibido.

 

A mi no, a mi me va el mambo, que le voy a hacer. Es culpa del maldito Internet y de las miles de fotos preciosísimas de fiestas preciosísimas con mesas preciosísimas cuajadas de chuches preciosísimas. Y claro, llega el Halloween, que no he celebrado en mi puñetera vida, pero desde hace tres meses me van bombardeando con manualidades, disfraces y decoraciones de Halloween y yo caigo como una pardilla. Y venga, fiesta de Halloween, en mi casa, claro, que la de la idea he sido yo. Y nada, coloco las decoraciones que he impreso y recortado yo misma, arreglo una mesa con sus chuches en botecitos de cristal y sus cartelitos, me disfrazo y engaño a mis amigas para que traigan a los niños por el barrio a hacer lo del truco o trato (habría que hablar de esta traducción, perpetrada seguramente por los traductores de alguna peli del los ochenta). Y mis amigas, que practican mi misma religión, la que nos obliga al consumo mínimo de una copa por semana, se vienen para casa con niños y maridos y se lía. Pero claro, después de convencer a cuatro viejos de que salgan a dar caramelos a los niños (caramelos que llevaba YO, y que les cedía a ellos para que los repartieran llevándose toda la gloria) y de que uno de ellos nos amenazara directamente enseñando el puño por la ventana, lo mínimo era tomarse un gintonic o dos. Balance de la noche del miércoles: cuatro cervezas, dos gintonics ,un millón de chuches y un espidifén.

 

El jueves, aprovechamos el día festivo para quedar con la familia, que es una cosa que está muy bien y que es muy bonita. Mi familia materna, con mi abuela al frente, son manchegos y practican muy activamente la religión de las copas, con una mención especial a mi tío Alejandro, que ha entregado de manera altruista su tiempo y su dedicación a la noble causa del Larios con tónica. Y para no beber con el estómago vacío, especialidades de la tierra; ajopringue, gazpachos manchegos y atascaburras (es un plato típico de Riopar que nadie se debería morir sin decir que lo ha comido), con lo que a la comida del jueves fui yo sola y volvimos mi culo con un par de kilos de más y yo.

 

 Pero como al día festivo le quedaban horas y hay que aprovechar el tiempo o no eres Ninja ni eres nada, a las seis nos fuimos a un cumple a casa de unos amigos. Llegamos tarde, con un gintonic por montera, y a mi el atascaburras empezaba a rebelárseme en el estómago; así que nada como matarlo a vinos. Cuando me quise dar cuenta, en el cumple solo estábamos ya los irreductibles del parque, los que estamos entrenados para las peores situaciones, los que pillamos siempre el banco de sombra, los que somos capaces de localizar en segundos a cualquiera de nuestros niños, los que siempre nos vamos los últimos de los cumpleaños. Y acabamos donde se acaban todas las fiestas, en la cocina exprimiendo algunos la botella de bulldog y otros una bolsa de ganchitos por dentro de una camiseta que alguien llevaba puesta. Balance del jueves: Cerveza, vino (no puedo precisar cuanto) dos platos de gazpachos manchegos, atascaburras, tres gintonics, varias medias noches de jamón, vino, otro gin tonic, un alka-setzer y un espidifén.

 

El viernes nos cogimos el día en el trabajo para hacer obra en casa y acordamos con un amigo la instalación de una puerta con su perfil de pladur incluido a cambio de dos kilos de carne de buey y dos botellas de vino. Y como no se puede trabajar con el estómago vacío, primero nos comimos las carne, nos bebimos el vino, nos tomamos otro gin tonic y luego los hombres se escaquearon con la excusa de poner la puerta dejándome a mí, digamos que no en uno de mis mejores momentos, con cuatro niños de entre dos y cinco años, dos míos y dos de nuestro amigo. Y las criaturas, que son muy listas, me convencieron para pintar un mural en papel continuo con témperas que empezó como un proyecto de pinturas rupestres y acabó como el rosario de la aurora. Para vuestra información os diré que la témpera se va relativamente bien de la cara con toallitas, que para sacarla del pelo y las cejas hay que recurrir al agua y al jabón, que de la ropa hay que lavarla con agua caliente y que del parquet no sale. Del resto de la tarde tengo lagunas; se que conseguí que cenaran puré de verduras los cuatro, creo que se sentían culpables por la que me montaron con las témperas, y luego les puse una peli en el sofá y me dormí con el cuello en posición inverosímil. Cuando me despertaron los aguerridos obreros eran más de las diez de la noche, los niños estaban dando botes en el sofá a mi alrededor y yo tenía el cuello como de escayola. Balance del viernes: Cerveza, dos kilos de carne, vino, un gin tonic, un alka-seltzer, un espidifén y un myolastán.

 

El sábado planeábamos un día tranquilo, pero por supuesto la cosa se fue al garete. Decidimos ir al cine con toda la tropa, pero, seamos sinceros, si vas a ver Hotel Transilvania y vas a pagar 8,70 euracos por barba lo mejor es que vaya el número indispensable de gente, esto es, cinco niños y dos adultos. Lo que ocurre es que el plan no era muy original para ser sábado y estar lloviendo y por supuesto, cuando llegamos al cine no había entradas, así que nos fuimos directos al segundo lugar mas lleno de niños de la zona, el macdonalls, en el que no solo había un millón de niños chillando y sudando de manera que al entrar en el recinto recibía uno un puñetazo en el oído y una patada en el olfato; también tuvimos la suerte de que el ese momento se estaba celebrando allí un bautizo gitano-rumano, con sus señoras apretadas, sus dientes dorados y sus niños cargados de oros y floripondios. Con semejante panorama hice lo que hubiera hecho cualquier mujer de bien: tomarme dos cervezas. Cuando llegamos al límite de nuestras fuerzas y de nuestra cordura nos volvimos para casa con toda la prole propia y ajena. Los padres de los niños a los que tuvimos a bien descargar un poco de energía en el macdonalls nos lo agradecieron trayendo a casa un carrito del Aldi de enfrente lleno a rebosar para hacernos la cena. No faltaba más que invitar a los rumanos del bautizo. Balance del sábado: Cerveza, vino, aceitunas, patatas, solomillo con salsa roquefort, ensalada, dalkys de chocolate y nata, chuches sobrantes del Halloween, dos gintonics, un alka-seltzer, un espidifén y un lexatín de 1,5.

 

Todo esto en cuatro días de puente. Ayer llegué al curro y besé el suelo como el Papa; a las tres no me sacaban de aquí ni tirando de mi los de seguridad. Hasta hace un rato estaba tranquila y feliz en mi despachito, con mi ordenador, mi cafelito, mi silencio; y me llama una compañera y me pregunta “¿ya tienes claras las fechas para las vacaciones de Navidad?”  Me ha invadido el terror.

Previously, in La madre Ninja: Después de aguantar una rabieta por unos calcetines, un ejemplo de teatro alternativo, una inundación de zumo y una nueva marca personal de lanzamiento de niño al interior de un aula, me como casi dos horas de atasco como dos soles mañaneros. ¡Que bonito se pone Madrid cuando llueve! ¡Cómo saca la gente sus coches a lavar bajo la lluvia!

 

Por suerte, tengo un día tranquilo en el trabajo. En realidad casi todos los días son tranquilos, un museo no es un sitio en el que haya mucho estrés, no tenemos que aumentar las ventas, ni vigilar la prima de riesgo, ni especular con activos tóxicos… nuestros clientes han pasado ya por el proceso de fosilización y no suelen ponerse quisquillosos si les limpias, les pones la sigla o les haces una foto.

 

Pero se acerca la hora en la que tengo que volver a casa. Es un día complicado porque tenemos extraescolares y después, un cumpleaños. Por algún motivo desconocido, el 90% de los amigos de mis hijos han nacido entre septiembre y noviembre. Durante las navidades del 2006 debieron poner algo en las copas, o salió Sabrina en el especial de nochevieja o el gobierno puso barra libre de viagra; no lo sé, el caso es que todas las semanas hay un cumpleaños.

 

Una madre normal habría pasado de las extraescolares y se habría ido directamente al Macdonalls; sobre todo con los antecedentes de la mañana, pero yo no soy una madre normal. A ver, el fútbol es de 17:15 a 18:15, y la psicomotricidad del pequeño es de 17:15 a 18:00. El cumpleaños empieza a las 17:30, si salgo del polideportivo a las 18:05 aunque lleguemos un poco tarde, podemos hacer las dos cosas y aprovechamos la tarde. Sobre el papel todo cuadra, así que cuando llego a casa, meto la bolsa de deporte en el coche y me voy comiendo un sándwich camino del colegio, total, el coche está hecho un estercolero, unas migas mas no se van a notar.

 

Los niños salen a las 16:45 hora zulú, tengo que estar a las 17:00 en el polideportivo para vestirles (maldito uniforme, ahí te pudras), y tardo unos 15 minutos en llegar. Este es el momento de desplegar todo mi ninjitsu. Me planto en la puerta del cole antes de que abran dando saltitos como Usain Bolt, y en cuanto me dan la salida corro a por el Rubio primero, agarro la mochila y el abrigo y tiro del niño “Ha comido bien y ha hecho una caca marrón”. Sinceramente querida, me importa un bledo. No me entretengas con información inútil que tengo que pillar sitio en la cola para recoger al otro. Este momento es muy crítico, porque la gente se agolpa en la puerta que lleva a las aulas de segundo ciclo de infantil y a mi no me ha dado tiempo de pillar la pole position porque tenía que recoger al Rubio; pero yo estoy aquí para llegar a tiempo a mis extraescolares, no para hacer amiguitas. Me abro camino a codazos con el niño subido a la chepa y llego la primera a la puerta.

 

Tictactictac, y la profesora que no abre, claro, pobre mujer, en el mundo rosa de Hello Kitty y los pequeños ponys el tiempo no discurre como en el nuestro. Al fin abre la puerta con el halo de felicidad de quien cree en la hadas y en los unicornios y se topa con mi cara de mala hostia “El niño. Ahora” Casi me da pena cuando me pone pucherito y me da al niño “Que paséis muy buena tarde y un besito de mariposita” No, no me da pena, me da grima, pero como no tengo ni tiempo ni un magnum 43 para quitarle la tontería salgo corriendo.

 

Cuando cruzo por la puerta del polideportivo justo a las 17:00 levanto los brazos, me pongo a correr por el pasillo y me arrodillo frente a los vestuarios haciendo el arquero. Las otras madres, que ya sospechaban que estoy loca, solo necesitaban una razón para creérselo y yo acabo de dársela. Las clases trascurren según lo previsto, no hay nada que me produzca mayor satisfacción que la sensación de que todo sale como lo he planeado y de que estoy siendo verdaderamente eficaz, así que me siento tranquilamente a esperar la salida de los niños cuando caigo en  mi error: no tengo regalo. Tengo que ir a un cumpleaños en cinco minutos y no tengo regalo. Valoro las opciones: Un billete de diez euros, poco original y algo rácano. Una chocolatina de la máquina, cutre. Un paquete de kleenex y un tampón (lo que llevo en el bolso), raro. No me queda más remedio que pararme en el centro comercial al lado de Macdonalls y comprar algo. Todo mi plan de horarios al garete, y por supuesto, llegamos muy tarde al cumple, los otros niños ya se habían comido los happy meal y la tarta, pero nosotros llevamos nuestro regalo, los enanos saltaron como salvajes en la especie de piscina de bolas que hay y al final me dieron los happy meal para que se los comieran en casa; con lo que me ahorré la cena. Y como estaban agotados se durmieron muy pronto, y yo pude recuperar el tiempo perdido espanzurrada en el sofá, que como todo el mundo sabe, el la mejor manera de aprovechar el tiempo.

“Has de saber, joven guerrero Ninja, que el tiempo es un bien preciado que no debes desaprovechar”

 

El despertador suena a las seis y media de la mañana. No es mi hora habitual de despertarme, pero hoy el Samurai tiene que salir de viaje y no puede llevar a los niños al cole, por eso, me quedo yo y llego un poco tarde a currar con el beneplácito de mi santa jefa. Hasta las siete y media no levanto a la tropa, pero me despierto antes para poder disfrutar de las cosas de las que disfruto cada mañana en un día normal; ducharme sola, desayunar, hojear el periódico digital… es una hora que pasa demasiado pronto. A las siete y media me coloco la armadura, cojo los shuriken (o estrellas Ninja, que lo he leído en el Wikipedia) y me dispongo para la batalla.

 

Uso al perro para despertar a los niños arrojándolo a la cama, una cosa que a ellos les encanta incomprensiblemente (si me arrojo yo me llevo una patada) y trato de que se vistan o algo parecido. Últimamente el Rubio está de un trendsetter con los calcetines que no hay quien le aguante. Le puedes poner una camiseta de princesas disney y unos pantalones dos tallas mas pequeñas y no dice ni pío; ahora, como no le gusten los calcetines tienes un problema. Opto por abrirle el cajón y que el escoja libremente. Como no se decide entre unos de Mickey y otros de Spiderman le pongo uno de cada y apañaos.

 

Les dejo desayunando y voy preparando las mochilas y cargando el coche, como no, se me ha echado la hora encima. Cuando pasan diez minutos de las nueve cierran la puerta del cole y hay que entrar por secretaría donde poco más o menos te rocían con brea y te cubren de plumas, así que hay que darse prisa. Oigo cachondeo en la cocina, cachondeo incompatible con terminarse los chococrispis, me asomo y el Rubio está haciendo el baile del pollo mientras el Mayor tira los crispis por el suelo llamando a las gallinas. No tengo tiempo, ni de valorar la performance en su justa medida, ni de recoger los crispis (El Don está haciendo su trabajo a este respecto) ni de que desayunen otra vez, así que los meto en el coche con un zumo y una magdalena cada uno. Si algún día llegamos a un juicio de divorcio, el Samurai argumentará como diferencia irreconciliable el tema de las magdalenas y el zumo en el coche.

 

Llegamos al cole y tengo las pulsaciones a 140 aproximadamente. En cuanto paro el coche se sueltan el cinturón y se ponen de pie en los asientos intentando salir por cualquier puerta menos por la suya. Pesco al Mayor y lo saco de un brazo aprovechando el movimiento para ponerle el abrigo, pero el Rubio ha conseguido llegar a la parte delantera pisando entre los dos asientos, justo en el sitio en el que había dejado el zumo y provocando un tsunami de piña y uva. El divorcio es un hecho. Cuando les tengo fuera del coche miro el reloj, las 9:09, venga, que llego. Me cuelgo las mochilas al cuello, me engancho un niño debajo de cada brazo y hecho a correr todo lo deprisa que me dan los tacones. Al cruzar la puerta del cole me he transformado en Arnold Schwartzenegger en poli de guardería; abro la puerta de una clase,lanzo a un niño y antes de escuchar que esa no es su clase, lanzo al siguiente en la primera que pillo. Llevan su nombre y su clase en las mochilas, que les distribuyan ellos, a mi me queda una hora de atasco antes de llega a currar.
Bueno,como es viernes y en cuanto salga del curro me voy de cachondeo a Logroño ( que tiene muy buen vino y muy mala rima) os dejo un video que me ha pasado mi Samurai con el que llevó toda la mañana partiendome de risa.



Saludos ninja y a pasar buen fin de semana

El guerrero Ninja conoce las artes de la lucha cuerpo a cuerpo, pero también sabe que lo más difícil de aprender en las artes marciales es cómo no utilizarlas.

 

Hay muchos días en los que me acuerdo de mi abuela. A decir verdad me acuerdo casi siempre, últimamente con preocupación, porque empieza  a notársele la edad, aunque la edad ha tardado bastante en hacerse notar. Mi abuela pasa ya de los ochenta años, y tengo la suerte inmensa de tenerla aún aquí y de que conozca a mis hijos. Mi abuela tenía un pequeño negocio casero de costura, tenía cinco hijos y tenía una habilidad pasmosa para el lanzamiento de zapatilla directo a cabeza de niño que la está liando. Lo que no tenía mi abuela era tiempo para tonterías.

 

Hay muchos días en los que me acuerdo de ella y me dan ganas de liarme con la zapatilla en plan deporte olímpico. Lanzamiento a blanco en movimiento o lanzamiento ciego a blanco berreante, cualquiera de las dos categorías.

 

Porque la violencia en mi casa aparece en un rincón insospechado y se expande como el napalm, hay que ponerse a cubierto o te pilla.  La cosa suele empezar inocentemente, jugando en el suelo con los coches del puñetero Rayo Macqueen (sospecho que Pixar financia las películas con lo que yo me gasto en rayos macqueenes y similares). Pese a que atesoramos un número tan alto de ellos que ya me he propuesto inventariarlos, siglarlos y darlos de alta en una base de datos, ellos siempre quieren el mismo coche: el que tenga su hermano en este momento. Y para conseguirlo, nada mejor que una buena ostia en toda la cara con cualquier objeto de contundencia media-alta. Y luego, a chillar, los dos, al que le han dado porque le duele y el que ha dado por si cuela. Entonces, aparezco yo por la puerta, en plan valquiria justiciera (pelo al viento, coraza y botas) y meto un berrido igual o mayor en decibelios, si es menor, obviamente el tema de la coraza y las botas queda muy deslucido. Mi primer impulso de hembra homínida es liarme a zapatillazos, pero cientos de miles de años de evolución me contienen y me cambian la zapatilla por un castigo de los de “a pensar”.

 

Pero hay días en los que la cosa se descontrola. Como ayer, mismamente, cuando estábamos en el vestuario del polideportivo, cambiándonos para las extraescolares. Como el Mayor va a fútbol pues lleva todo orgulloso su traje de la selección española (el mejor equipo del mundo, igual que el Real de Madriz, según sus propias palabras). Por supuesto, el Rubio también tiene su traje de la selección y se lo pone aunque el no vaya al fútbol sino a psicomotrocidad. Cuando voy a vestirles, me doy cuenta de lo malamadre que soy y de que he traído el traje completo del mayor, pero que de el pequeño solo he traído la camiseta. Hago de tripas corazón y confío en que no se de cuenta, intentando distraerle mientras le pongo la camiseta de “Epaña”. En esto que se para, me mira raro, mira a su hermano y me pregunta “¿pantalón Epaña?”  “No hijo, no me lo he traído” afrontemos juntos este duro golpe lo antes posible. Y empieza el show. Se lía a dar berridos tremebundos por todo el vestuario que, a la sazón, tiene una acústica que ni el teatro Romano de Mérida, mientras se tira compungido del escudo y grita “Epaaña, Epaaaña”. Vamos, que llega a esta allí Artur Mas y se me hace del PP. Las que si estaban por allí eran las otras madres, sentadas en un banco como si nada e intentando seguir con las conversaciones mientras me lanzaban miraditas reprobatorias que no hacían mas que subir mi nivel de estrés. Primero, intento negociar ( “ venga hijo, cuando salgas de clase te compro un zumo en la máquina” ), luego, amenazo con el castigo, luego castigo de verdad sentando al niño en el banco y quitándole el macqueen, lo que no consigue mas que el aumento de los decibelios y un par de patadas directas a mis espinillas. La profesora a punto de llegar a llevarse a los niños al aula de pricomotricidad y el vestuario al completo mirándome a ver si consigo callar al desagradable y maleducado niño, no como su Alvarito que mira que bien se está portando. Y en ese momento Alvarito comenta inocentemente a su madre” mamá, dile que se calle a ese niño”  Y su madre, mirándome  con algo menos de inocencia “ya hijo, ya le va a hacer callar su mamá”. Dicho y hecho. Agarro al Rubio por la parte de atrás de la camiseta de “Epaña”, me lo llevo a las duchas, le meto la cabeza debajo de una de ellas y abro el grifo. Se hace el silencio. Salgo de nuevo al vestuario llevando de la mano al niño con el pelo mojado; ahora me toca a mi lanzar una mirada a Alvarito como diciendo “¿alguien mas se quiere dar una ducha?”, a la que el responde escondiéndose detrás de su madre. Al Rubio le seco el pelo con una toalla, le cambio la camiseta y se va a clase como una malva. Las otras madres lo flipan, no saben si aplaudirme o salir corriendo, yo, que tampoco lo tengo claro, me subo al gimnasio del polideportivo y salgo corriendo, pero en la cinta de correr.   

 

Cuando le recojo, el desgraciao está mas feliz que una perdiz (y yo que me había estado torturando por torturarle en plan guantánamo ). Lo  que ha quedado claro de esto es, a mi, que no me puedo olvidar los pantalones y que el amor por su selección va mas allá de los límites comprensibles, a el, que cuidadito con mamá, que, aunque no lo parezca tiene sus límites, y a las madres del polideportivo, que este año hay una madre grillada y que lo mejor será no dirigirme la palabra. 
Me llena de odgullo y zatisfación recibir el PREMIO DARDOS de la mano no de una, sino de dos blogueras fantásticas: 

                     - Blanca de The Blanche Blog, que se llama como yo ( y casi se apellida como yo) pero que es mas estilosa y tiene un blog lleno de cosas bonitas y buenos consejos de belleza que buena falta me hacen. Ya te daré la barrila, ya....

                      - La Armadilla Invencible que enseña en su blog sus encuadernaciones, sus trabajos con lana y tela...bonitismo puro, no dejéis de pasar


Y ambas dos me han dado este premio



Y yo por una parte quiero hacer una reflexión. Cuando empecé con el blog no sabía de que iba esto de los premios ( La Madre Tigre me dio uno y no me enteré de que iba la cosa, Entschuldigung!!, salud, gracias). Yo pensaba que escribir el blog era soltar la serie de chorradas que se me ocurrían y contar un poco lo que me pasa en mi dia a día, que es a veces surrealista y necesito escribirlo para constatar que ha pasado. No esperaba recibir demasiado a cambio, de hecho hace unos años también empecé un blog que no leyo ni mi madre, y de repente tengo 12.500 entradas, 135 seguidores en twitter y mucha gente que me lee y que le gusta lo que escribo. No puedo estar más agradecida y emocionada. Yo solo escribo tontunas y a cambio conozco gente estupenda, paso muy buenos ratos descubriendo nuevos blogs y aprendo. Pues genial, ¿no?

Y al lío. Una función de estos premios es recomendar otros blogs que me gustan para que los lea mas gente. Ahí voy

Solomillito de Rana  Yo me parto con esta muhé

Caperucita y uno mas  Recursos, cuentos, cosas de madres, muy agradable de leer

Mamá 2.0 Hay que echar mano de su dospuntocerolandia mas de una vez para saber de que va el lío este de la informática

Diario de algo especial Que nos vemos en twitter todos los dias!! Y su blog tampoco tiene desperdicio

Hija no hay mas que una Lo que da de si el pelirrojismo.....


Bueno chicas, nos vamos leyendo!


El joven guerrero Ninja escucha el consejo de sus mayores, pero si es listo, escuchará primero a su instinto.

 

Hay cienes y cienes de blog de temas de madres, y en muchos de ellos te encuentras un post con el tema que yo voy a tocar hoy: de cómo todo el mundo parece saber mas que tú de tus hijos y su comportamiento. Es una cosa que, a juzgar por mis lecturas en la blogosfera, le pasa a casi todas las madres y le toca los ovarios con las dos manos a cualquiera que tenga un mínimo de sentido común. Cada una tiene sus frases míticas, y aquí van algunas de las mías, advierto que el sarcasmo es una de mis mayores armas ninja:

 

-          “Pues este niño parece que tiene fiebre, ¿no le has dado Dalsy?”. Por supuesto que no le he dado medicamentos, a mi me gusta vivir como en la edad media, si me disculpáis, me voy a arar el campo con mis bueyes (mientras limpio el churrete de Dalsy que le cae por la barbilla)

-          “¿Uy, por que tiene tantos moratones en las piernas? “.  Este hecho obedece a dos factores principales: que es un niño y que está vivo, e puoi si muove. Y generalmente se mueve sin tener en cuenta cosas como picos de las mesas, patas de las sillas y escalones varios. Ahora, si lo que insinúa usted es que le pego a mi hijo le diré que si, que tengo una vara, que se como usarla y que no me gustan las señoras entrometidas de este parque.

-          “A este niño le está dando mucho el sol”. Teniendo en cuenta que estamos en agosto y que esto es la playa lo raro sería que le cayera nieve. Lo que me pregunto yo es cuanto tiempo le lleva a usted dando el sol para que decida acercarse a unos desconocidos y soltar semejante parida.

-          “Pobrecita, tan jovencita y con dos niños, trae, dame al pequeño”. No se si a mis casi 35 años debería agradecer que piensen que soy madre adolescente o preocuparme por el aspecto choni que me da el salir en chándal y con coleta. Lo que está muy claro es que como me toque al niño me va a salir la Vane de dentro y se va a liar el sandios ¿mentiendes?

-          “Ay, vaya rabieta se ha pillado, pobrecito, estará cansado”. Claro, pobre chiquitín, lo mejor será darle el cuchillo que pedía para que no se enrabiete. La próxima vez que vea a un Skin Head destrozando mobiliario urbano me voy a acercar a el, le voy a poner el chupete y el pijama y le voy a llevar a la camita. El pobre estará cansadito.

-          “Que bien que en el colegio tengan uniforme. Así no tienes que pensar cada mañana que les pones”. Puesto que en los coles sin uniforme el día que no te montan una fashion week vienen los Reyes al patio, hay que prepararles un estilismo elaborado cada mañana y una sesión de peluquería y maquillaje para pasar el photocall. ¡Que idea más tonta la mía de ponerles un chándal del decathlon o un vaquero y un jersey para ir al cole!

 

 
Solo advertir desde aquí a las recientes madres ninjas que no hay escapatoria, que os dirán cosas como esta una o cien veces, y que dependiendo de vuestro carácter así os saldrá la respuesta. Que os tocará las narices ya os lo digo yo. Pero como opinar es gratis y todo el mundo da consejo pues yo también voy a dar uno: pasaros los comentarios por el forro. Los consejos pueden ser buenos, malos, razonables, pueden resolver las dudas o te pueden liar más; lo único que está claro es que aquí, la loba de tu manada eres tú, sigue tu instinto.

También el guerrero Ninja encuentra momentos de paz y disfrute. El guerrero sabio aprende a encontrar su lugar en la naturaleza. 

 

La familia Ninja que nos ocupa en este blog, la mía mismamente, vive en Madrid, Comunidad Autónoma de Madrid, pero no en la ciudad (distancia a mi trabajo: 5 Km.). Tampoco en una ciudad-dormitorio de la ciudad (distancia a mi trabajo: 15 Km.). Vive en un pueblo algo alejado de la ciudad (distancia a mi trabajo: 40 Km.). Mucha gente se lleva las manos a la cabeza cuando me escucha contar que me levanto a las 5:20 de la mañana. Si, las cinco y veinte de la mañana. Siempre es de noche, en verano y en invierno. Entro a curar a las 7:15 aprox. Y así puedo salir a las 14:30 y correr al pluriempleo como taxista-cocinera-enfermera-mediadora de conflictos-…..

 

Lo bueno que tiene es que es un lugar bastante bueno para la crianza y adiestramiento de los niños. No digo que la ciudad no tenga muchas cosas buenas, que las tiene, pero a mi me hace más gracia que mis hijos sean un poco rurales. A ellos, seguramente cuando tengan 15 años no les haga ni puñetera gracia, pero ya discutiremos entonces.

 

El otro día, con este tiempo tan bueno que hace (después de la lluvia horrible y sus caóticas consecuencias para mis nervios) fuimos con las bicis a pasear por la dehesa que está al lado de casa.  La intendencia, como siempre es notable: Dos bicis, una mochila con: agua, plátanos, chocolate, bocadillos de chorizo ( lo prefieren al jamón york desde los ocho meses), toallitas, unas tarjetas de los gormitis, un chupachups de segunda mano y una cosa que lleva algunos días pegada al fondo de la mochila y que no me atrevo a tocar. Y el perro.
El don en misión Cochino Jabalí


 

Antes de que empiecen a correr como Lance Amstrong recién salido del after, les distraigo para poder estirar y calentar los músculos. Me va a tocar correr y sobre todo esprintar, que hay mucha cuesta. Efectivamente, el Rubio se lanza a la primera oportunidad que se presenta cuesta abajo y sin frenos. No, si lleva frenos, las zapatillas que compré la semana pasada. Nota mental: comprar zapatos de claqué para salir con las bicis al parque. El Mayor, que es más precavido, sigue aún en la primera cuesta, de inclinación al 2% y ha decidido ir mejor andando por si la cosa se pone peligrosa.

 

Bellotaaaas
Llegamos a un claro bajo una encina y descubren los bellotas. Señores del Imaginarium, no se gasten la pasta diseñando juguetes, cogen unas bellotas, las meten en una bolsa y le ponen un nombre de los suyos; Bellotum let´s play. Como les veo entretenidos, me siento un rato en un banco y aprovecho para mirar el Twitter, que es un no parar. De repente me doy cuenta de que ya no están recogiendo bellotas, se están lanzando algo que parece un frisbee, pero que va perdiendo material en cada lanzamiento. Joder, no es un frisbee, es una plasta seca de vaca. Señores del Imaginarium, ni se les pase por la cabeza.

 

Después de refregarles con toallitas decidimos volver al coche, pero me falta el perro. Como no viene, y eso es raro en el, nos ponemos a buscarle. Vislumbro unas orejas saltando dentro de lo que este verano era el cauce seco de un arroyo, y que, gracias a las lluvias, ya no está seco, pero tampoco hay agua como para mojarse. ¿Sabéis esas salchichas que vienen recubiertas de hojaldre? pues eso era el Don, a gran escala, hecho de barro y las orejas por fuera. Me acabo el paquete de toallitas.

 

Al final llegamos al coche y me pongo a guardar las bicis en el maletero. Mientras esperan para montarse en el coche, al Rubio le entran ganas de hacer pis, y como ya es un mayor sin pañal decide dar muestras de su recién adquirida autonomía, se baja los pantalones y se pone a hacer pis, lo que pasa es que no maneja bien la parábola y el pis acaba en los pantalones, un lugar del que nunca quiso salir en realidad.

 

En fin, llegamos a casa cansados, algo mojados y algo embarrados. ¿Y lo bonito que ha sido? ¿Y lo bien que hemos jugado? Porque a ver dónde consigues tu en la ciudad unas 400 bellotas que recogieron ellos y un frisbee orgánico. Pues a lo mejor próximamente en el Imaginarium.

Cae la tarde y el guerreo Ninja bordea los muros del castillo de Edo. Tiene órdenes directas del shogun de vigilar oculto el acceso norte, esperan una incursión de los espías del clan Tokugawa. En ese momento nota que ha comenzado a llover, sin duda, la lluvia lo va a poner todo mas difícil.

 

La Madre Ninja mira desolada la página web de AEMET y descubre que las lluvias empiezan el viernes y que se mantendrán todo el fin de semana. Es como una maldición bíblica, como la peste, como un ataque nuclear. Los niños encerrados en casa todo el fin de semana. Entre semana la cosa sería aceptable, por las mañanas van al cole y a mi sinceramente, me importa un bledo que corran por los pasillos del colegio gritando, empujándose y aprovechando la mínima oportunidad para encaramarse a la calva del director; para eso precisamente pago yo el impuesto revolucionario del concertado. Mientras que en horas de clase hagan sus cosas, allá se apañen ellos en los recreos si no pueden soltar a las fieras.

 

Ahora, un fin de semana consta de dos días, con sus 24 horas cada día, que se hacen interminables si los chavales no pueden salir a quemar la energía sobrehumana que les dan los chococrispis.

 

En realidad, empieza el viernes por la tarde, cuando dan las cuatro, llueve a cántaros y hay que recoger a los niños del colegio. Por supuesto tienes que ir en coche, tu y todos seres susceptibles de recoger niños, que, como es viernes, suelen ser los padres, los abuelos, los tíos de cuenca y la au-pair austriaca, lo que viene a ser el grupo medio de 8 personas por niño cada uno con su propio coche. Y se monta el atasco, claro. Tanto en el poco hueco que hay para aparcar como en las entradas del colegio o en las colas para recoger al niño, que se hacen eternas, porque tanto padres como abuelos como tíos que ha ido emocionados a recoger al niño a clase quieren saber con pelos y señales que ha hecho, que ha comido y si por fin ha descubierto la vacuna contra el cáncer que ellos ya lo sabían, que su niño es muy listo. Y que estén los antidisturbios soltando ostias en la plaza de Neptuno y no haya ni un mísero destacamento libre para desalojar estos pasillos….

 

Cuando por fin consigues a tus niños o a unos que se les parecen bastante (no me voy a poner exigente, a mi dame a unos niños y déjame salir de aquí) llega el festival de la risa y la diversión. Hay que alcanzar el coche, que está donde Cristo perdió el mechero, mientras llueve a mares y arrastras a dos niños, cada uno con su paraguas (en el del rubio van prendidos varios ojos de compañeros) pero sin botas de agua por una suerte de aparcamiento que en realidad es un campo sin asfaltar y que se ha convertido en un lodazal. A tu lado van cayendo madres menos entrenadas mientras tu instas a tus hijos a que sigan avanzando sin tropezarse con los caídos “vamos chicos, estamos muy cerca, un poco mas deprisa”. Es inútil. Darle a un niño de dos años un paraguas y pretender que camine deprisa es como ponerle a Letizia un plato de cocido y esperar a que se lo termine. Desesperante.

 

A lo lejos vislumbro mi coche. Veo a una madre que, aunque ya ha conseguido alcanzar el suyo, está de pie junto a la puerta trasera abierta porque su hijo pequeño berrea agarrado al paraguas que no quiere soltar mientras el mayor salta en un charco con las zapatillas de deporte que seguramente eran nuevas. Tiene la cara empapada y por eso no veo sus lágrimas, y, aunque me suplica con los ojos que la atropelle y termine de una vez con su sufrimiento yo solo escucho a mi instinto de supervivencia y llego por fin al coche. La suerte me sonríe y encuentro las llaves en el bolso a la primera. Lanzo al Rubio al interior y le abrocho el cinturón rápido mientras le grito al Mayor que le estoy viendo y que se aleje inmediatamente de ese charco. Por fin, los tres en el coche, pongo la calefacción para secarme el pelo  y Eskorbuto a toda tralla para salir de ese infierno usando una conducción peligrosa e irresponsable. Estoy mojada pero viva, necesito todas mis fuerzas porque se acerca un fin de semana muy complicado.