Feliz navidad y paz en la tierra a las madres ninjas de buena voluntad. A las de mala voluntad nos vais a tener que mandar a este Santa

 
Lo dicho, queridas y queridos, pasadlo bien, comed y bebed todo lo que os den porque os van a hacer falta las fuerzas para recoger todos lo burruños de papel de regalo.
 
Aprovecho también el post para agradecer mucho a tod@s los que os metéis por aqui a leer mis tontunas con regularidad, porque gracias a vosotros ya tengo 20.000 entradas. Por mi parte, prometo seguir arriesgando la vida para traer nuevas y emocionantes aventuras ninja. Felices fiestas y un abrazo enorme.

Eres impaciente joven guerrero Ninja, aún no has comprendido que hay trabajos que nunca terminarás.

 

Maldita, como Sísifo, condenada por toda la eternidad a subir una roca a una montaña,a que se me caiga a escasos centímetros de la cima y tener que volverla a subir. Castigada, como Sísifo, a pasar el mocho por toda la casa y que en el último centímetro de parquet el perro vomite la plastilina que se ha tragado y volver a pasarlo otra vez. Bueno, a lo mejor a Sísifo no le condenaron los dioses a pasar el mocho, los dioses no eran tan crueles.

 

Lucho sola contra la mugre y el desorden. Sola porque la teoría del Samurai es   “para que recoges si en cinco minutos lo van a sacar todo otra vez”. Esta teoría es prima hermana de otras grandes teorías que los hombres han dado a la humanidad tales como “no hace falta cambiar las toallas porque cuando las usas estás limpio y no se manchan nunca” “es inútil hacer las camas si por la noche la vas a deshacer otra vez” o “el agua que cae al suelo no mancha, sólo es agua”.

 

Llevo cuatro días cambiando sábanas porque el Rubio, que ya llevaba tres semanas durmiendo sin pañal, ha decidido que el puede aportar algo mas de diversión a mi insulsa y gris vida y nada mejor que obligarme a doblar el número diario de  lavadoras y secadoras. ¿Hacerle dormir con el edredón apestando a pis sería considerado abandono?. Pensaba en voz alta.

 

Y como tenía poco, he acometido la hecúlea tarea de hacer limpieza de juguetes de cara al próximo tsunami navideño. La cosa al principio iba bien hasta que el Mayor decidió meterse por medio. Estaba yo metiendo cosas sin piedad en una bolsa de basura tamaño jardín cuando el se percata de mi acción y se acerca desconfiado “Mamá, ¿Qué haces tirando los juguetes?” “No hijo, si no los tiro, los guardo en esta bolsa para hacer sitio a los juguetes nuevos que traerán los reyes” (la mentira, arma Ninja por excelencia, ya me pasará factura en la adolescencia, por lo pronto voy tirando) “Pero todos estos juguetes no hay que guardarlos, los uso mucho” Al desgraciao que se le ocurrió meter juguetes en los happy meal y en los huevos kinder habría que colgarle de los mismos huevos kinder.

 

Durante la noche, aprovechando el sigilo de una casa en la que los niños ya duermen, una Madre Ninja carga, directa al contenedor, con un saco de juguetes mas vacío de lo que esperaba, ya que mientras ella lo iba llenando El Mayor lo iba vaciando, convirtiendo su tarea en el trabajo que nunca termina. Maldita, como Sísifo.
Buenos viernes everygüan!

Resulta que tengo el corazón contento, corazón contento y lleno de alegría porque he recibido mi primer regalo de navidad de este año. Se trata de una iniciativa de Madresfera, una mas de sus muchas iniciativas geniales, en la que han organizado un amigo invisible con toda madre-blogger que se quería apuntar. Yo me apunté y ya mandé mi regalito y a cambio he recibido esta chulada de manos de  Ser Madre Me Mata a quien estoy muy agradecida. Os recomiendo la visita a su blog que no tiene desperdicio, yo ya lo tengo entre los que visito.¡¡Muchas gracias hermosa!!

Como veis bien vale para clavar alfileres o estrellas ninja, según me venga


 
Una cosa muy chula y llena de espíritu navideño. Y como encima es viernes y esta tarde tengo sarao en casa que incluye la liquidación completa de la cesta de Navidad del Samurai, varios amigos, muchos niños y un castillo hinchable no puede presentarse mejor el fin de semana.

Besos y abrazos a todos y a pasarlo bien!!


El guerrero Ninja no está especializado en batallas en las que se enfrentan dos ejércitos, le desconcierta la multitud, pero hay días en los que no tienen más remedio que luchar en esas condiciones.

 

Puente de diciembre en Madrid, ¿que hace la gente? La gente va al centro a ver las luces, la plaza mayor y el Cortylandia; y cuando digo la gente quiero decir TODA la gente que hay en Madrid. Riadas de gente en unos escasos kilómetros cuadrados, dos millones según mis cálculos, 30.000 según la delegada del gobierno. Y, como la familia Ninja también es gente (lo que está por definir según algunos, ya que nos casamos por lo civil, es si somos familia) pues allá que nos fuimos, al baño de multitudes.

 

El equipo constaba de seis adultos y siete niños. Una de las decisiones acertadas de la tarde fue llegar al centro en transporte público, la decisión acertada fue la nuestra, los que se equivocaron fueron los otros viajeros que eligieron el vagón de cercanías en el que íbamos nosotros. Llegué a ver a una señora huir con expresión de pánico en cuanto se abrieron las puertas en su parada, no me extraña, siete niños de entre ocho y dos años, ninguno había echado siesta y todos presentaban tal nivel de excitación, que un chaval con el típico peinado cani se me acercó para preguntarme que qué habían tomado los niños y que si le podía pasar un gramo de eso.

 

Al bajarnos en la estación de Sol uno de los padres, este concretamente, procedió a dar las instrucciones precisas: “Que nadie se suelte de su papá, todo el mundo atento siempre a los mayores y al que le coja un globo a Mickey o al Spiderman gordo le corto la mano” Listos, podemos salir. No creo que haya cosa más estresante que atravesar una plaza abarrotada y llena de luces y gente disfrazada con un niño pequeño de la mano. La posibilidad de que se suelte y desaparezca es tan alta que se te tensa todo el cuerpo y te concentras tanto en no soltarlo que ni siquiera escuchas “Mamá, me estas destrozando la mano”.

 

Por fin llegamos frente al Corte Inglés, a ver el Cortylandia que es una parada obligatoria porque forma parte de la tradición navideña de los que fuimos niños en los ochenta. Lo que pasa es que los que fuimos niños en los ochenta tenemos hijos del 2000 y los señores del Corte Inglés siguen haciendo lo mismo que se hacía en los ochenta. La situación que provoca este desfase espacio-temporal es que hay una multitud de treintañeros cantando la canción de Cortylandia con niños subidos a los hombros con cara de “¿qué mierda es eso?” “¿cuándo van a empezar los efectos especiales?” o “en serio, papá, yo te respetaba, pero ya te he perdido el respeto y solo tengo cinco años”.

 

La siguiente parada obligatoria es el mercado de la Plaza Mayor. Hacía años que no me pasaba y he comprobado cómo se ha intentado acercar a los mercados navideños de centro Europa, pero en mi opinión ha perdido su encanto, porque lo bonito era comprarte una mierda de plástico, un niño Jesús y una peluca rosa todo en el mismo puesto.

 

Como no hacía frío y encerrar a los niños en un bar era temerario, nos sentamos en una terraza de la calle Toledo a tomar chocolate con churros, unas cervezas y un bocata de calamares. A castizos no nos gana nadie. Al haber menos gente en la calle, los niños pudieron correr, saltar y hacer la croqueta a sus anchas, y yo tan tranquila mojando el churro en cerveza, hasta que llegó lo inevitable: “Mama, pipi”. El cuarto de baño de aquel bar estaba a la altura de su bocadillo de calamares, vamos, que era una bazofia inmunda. El suelo encharcado, la taza mojada, la cadena que no funciona. Intento hacer que El Rubio haga pis de pie, por lo de evitar infecciones y demás, pero el se niega alegando que tiene caca. Genial. En un ejercicio combinado de equilibrismo y levantamiento de pesas consigo que el niño evacue con un resultado de 90% de cacas y 70% de pises en el interior de la taza, bastante bien para ser la primera vez. El problema es que yo también tenía que eliminar la cerveza de mi cuerpo, y mejor aquí que en los baños del tren (luego comprobamos que había vuelto a acertar, el baño del tren era tres veces mas inmundo), así que me cuelgo el bolso del cuello para que no roce el suelo, me coloco en posición y con una mano sujeto al rubio para que no se siente mientras que con la otra sujeto la puerta que por supuesto no tenía cerrojo. El niño, que no se puede estar quieto ni tres segundos, decide entretenerse dándome palmadas en el culo mientras canta “culo, culo, culo” con la musiquita del cortylandia. Ahora se la aprende el desgraciao.

 

La vuelta a casa fue ya mas relajada, pese al episodio del baño del tren, que no referiré por si hay lectores sensibles. Puedo resumir que cumplimos con la tradición, lo pasamos genial y los niños durmieron la mañana siguiente hasta las diez porque estaban reventaos. No se puede pedir mas, el año que viene repetiremos. Como toda la gente.

 

El guerrero ninja sabe que, aunque sus enemigos sean muy diferentes entre sí los dos tienen el mismo objetivo: acabar con él.

Hay un concepto un poco equivocado, pero muy extendido y que a alguna que otra le toca mucho la moral que es el de madre primeriza. Si, efectivamente cuando eres madre por primera vez hay muchas cosas que no sabes, obviamente porque nunca las has vivido, y hay personas, generalmente madres mas “experimentadas” que achacan todos tus males a este hecho. Pero cuando tienes otro hijo, se supone que ya tienes que saber cómo gestionarlo todo y que ya no puedes escudarte en tu ignorancia de primeriza. Esto sería así en un mundo perfecto, pero en el mundo real no, porque cada niño es distinto y el factor sorpresa se mantiene vivo como el primer día. Efectivamente, hay cosas que ya no te pasan, pero esto no es porque seas más sabia, es sencillamente porque no llegas a todo y te vuelves mas dejada.

Yo, que tengo dos, puedo decir que hay cosas en las que se parecen, como por ejemplo la afición a los palos y las piedras que debe encontrar explicación en sus instintos comunes de homínido, y hay cosas en las que son como la noche y el día:

-        Relación con los adultos

o   El Mayor: Ha pasado más tiempo entre adultos que su hermano y por su condición de primogénito el mismo se considera un adulto bajito. Por este motivo se permite hacer preguntas a los adultos de tu a tu, como por ejemplo ¿“cuánto tiempo hace que eres viejo?” “¿Por qué estás tan gorda?” y    “¿Qué le ha pasado a tu pelo?”

o   El Rubio: Ha aprendido que cuanto más lejos esté un adulto más tiempo tardará en descubrir que está intentando recortar un folio con un cortapizzas encima de la mesa. Lo mejor es frecuentar adultos que o bien no se enteran o bien no regañan: los abuelos

-        Relación con los otros niños

o   El Mayor: Está demasiado acostumbrado a mandar y ser obedecido por su hermano pequeño y no le gusta mucho que sus iguales no hagan lo mismo

o   El Rubio: Cuando está en la guardería, el hecho de que nació a primeros de año y es el mayor de todos le otorga el título de marqués del patio y conde de los juguetes. Esto, unido a una mente que no para de maquinar hace de él un peligroso enemigo, cosa que constaté el lunes cuando al ir a recogerle vi como había formado un pequeño ejército con sus compañeros de clase y les tenía colocados en fila haciendo prácticas de escupitajo.

-        Relación entre hermanos: Aquí no hay problema, se complementan. El Mayor lo piensa y el Rubio ejecuta. Esto es precisamente lo que les hace tan peligrosos y el motivo por el que tengo que estar siempre con el instinto ninja en guardia. El sábado por la mañana, absorta como estaba en mi afición preferida que es fregar los baños, me doy cuenta de repente que hace un rato que no los escucho. Sudores fríos me recorren la espalda y bajo como una flecha a ver cómo arde la cocina o como han sacado el relleno a todos los cojines y cuando llego al salón me los encuentro sentaditos en el sofá con un libro en el regazo y El Mayor le va señalando las letras al Rubio. “¿Qué hacéis?” “Nada, le estoy enseñando a leer”. Al principio me desbordó la satisfacción y el amor de madre, pero llevo un par de días dándole vueltas a una idea inquietante: ¿y si están aprendiendo a lees para perfeccionar sus técnicas de destrucción? Yo, por si acaso he escondido los volúmenes de la enciclopedia dedicados a la guerra mundial y “El Príncipe” de Maquiavelo.