La guerra es la razón de ser del Ninja, para lo que ha sido entrenado, vive rodeado de violencia.

Cuando tuve al pequeño, yo no sabía la que se me venía encima, no se me ocurría que fuera necesario estar permanentemente vigilando a dos niños tan pequeños para evitar patadas en el pecho, balonazos en la cara, golpes con un palo y puñetazos variados. Mira, mordiscos no se han dado nunca, tampoco voy a dar ideas.

Yo tengo un hermano cuatro años menor y no recuerdo que se me ocurriera nunca endiñarle con un cubo de plástico en toda la cara o que me persiguiera por el pasillo para pegarme con la escoba. No pasábamos de la típica discusión que empieza con un “me está mirando” o “tiene un milímetro más de cocacola que yoooooo”. Claro, que cuatro años es una diferencia grande y yo soy una chica, lo que reduce la cantidad de testosterona de la ecuación a la mitad. Un amigo me contaba que el también se pegaba con su hermano, dos años mayor y que su padre un día, harto ya de las reyertas, les puso uno frente a otro y les dijo:   “pegaos, pero en orden; primero uno y luego el otro. Y no quiero llantos”.  Aquí se dio cuenta de que si le pegas fuerte a tu hermano el te la va a devolver igual o peor, y que, en cualquier caso lo mejor es que no te pille tu padre. Eso si, ahora son uña y carne, debe ser que lo de sacudirse une mucho.

Una pelea normal en mi casa empieza como un juego, se persiguen entre risas, se tiran cojines, se espachurran en el sofá, lo normal. Y yo, siguiendo la tradición milenaria de las madres de todo el mundo voy diciendo. “os vais a hacer daaaaño”, “al final va a salir alguien lloraaaando”  (es importante alargar la A, hay que ser puristas con la tradición) Y, por supuesto, se hacen daño y sale alguien llorando. La Madre, prediciendo desastres desde el siglo V a.C.

Y después de este entrenamiento en casa, en el cole vienen los problemas. Reunión de fin de curso de la clase del Rubio. La profe nos pone un video de lo que han hecho durante el año y la primera imagen es una niñita, toda mona ella, subida en una caja de las que usan para guardar los juguetes. Aparece en plano el Rubio, mira la caja, mira a la pobre niña, le hace un barrido de pies y, antes de que toque el suelo, la empuja para poder subirse el a la caja sin necesidad de apartar su cuerpecillo, que ha caído, afortunadamente, sobre una colchoneta. La madre de la niña comenta, bastante molesta “pero bueno, pero quien es ese salvaje “, mientras mira indignada a una madre rubia al otro lado de la clase, quien, por cierto, no se da por aludida. Para mi fortuna, no soy rubia, podría pasar por la madre de cualquier otro niño, y me hago la longui, esperando que no vuelvan a salir imágenes de ese tipo.

El otro, claro, no se queda atrás, pero sus víctimas suelen ser o bien su hermano o bien cualquiera que se atreva a acercarse a su hermano. No importa lo mucho que se hayan sacudido en casa; si en el parque un niño de cualquier tamaño empuja al pequeño en el tobogán o le quita una pala, el Mayor se lía a empujones al grito de  “es mi hermano”. Supongo que con los empujones no le da tiempo a completar la frase con “y solo le pego yo”.  

De todas formas, casi prefiero que estén chillándose porque así sé lo que están haciendo. Si de repente dejo de oírles, malo. Aunque sean diez minutos. Malo. Así es como han aparecido las nuevas caras de Velmez en mi casa (la explicación fue “Mamá, mira, pintamos como Picasso”), así fue como el perro apareció con una camiseta puesta (“Mamá, mira, como el pato Donald”), así fue como se inundó el jardín (“Mamá, te estamos ayudando a regar”), y así fue cómo encontré todas las cucharas de palo de la cocina en el WC (“Mamá, ahora ya están limpias”).  

Por eso, últimamente he decidido que, mientras que la cosa no se ponga muy seria, yo no intervengo en las discusiones y les dejo que se arreglen solos, y, al final, por agotamiento o por aburrimiento, acaban negociando. La Madre, aplicando políticas de no intervención desde 1914.

Comments (1)

On 8 de noviembre de 2012, 14:47 , Anónimo dijo...

He descubierto ahora mismo tu blog y me lo estoy pasando pipa devorándolo enterito. Gracias por compartir y por la risas que me echo a tu salud.