La noche es el medio natural del Ninja. Amparado por las sombras hace su trabajo, lo que mejor sabe hacer.

Son las tres de la mañana. Estoy inclinada sobre la cama del Rubio y con la mano atrapada entre su cara y sus manitas. Por fin ha conseguido dormirse y parece que le ha hecho efecto el dalsy, la fiebre ha bajado. Hace media hora, el Samurai y yo valorábamos la opción se salir corriendo a urgencias, pero al final hemos decidido esperar, y si esta vez no lo vomita, el ibuprofeno hará que le baje la fiebre y dormirá un poco, lo que es siempre mejor que tenerle en una sala de espera a las cuatro de la mañana para que el de guardia te acabe diciendo que le des el dalsy. Parece que aplicar nuestro sentido común ha resultado la mejor opción. Así que estoy aquí. No me atrevo a sacar la mano por si se despierta, aunque empiezo a notar pinchazos en las lumbares y una pierna parece que se me está durmiendo. El que se ha dormido seguro es el Samurai, se le oye roncar desde aquí (perdón, respirar fuerte), con los vaqueros puestos y la llave del coche en la mano por si hay que salir pitando para urgencias.

Hace aproximadamente cinco años que no duermo, las cosas como son. También es verdad que yo he sido siempre una persona diurna, que me levanto temprano naturalmente pero que a las nueve de la noche soy un zombie. Yo he llegado a dormirme en una discoteca al lado de un altavoz y sin haberme pasado con las copas. Pero claro, en cuanto tienes un hijo se te altera el ciclo de sueño y ya ni diurna ni nocturna; sencillamente duermes cuando puedes y donde te pilla, en mi caso en el tren, en la ducha, en el preciso instante en el que empieza El Hormiguero (yo al tal Pablo Motos no le he visto la cara jamás). Una vez me dormí en la mesa del trabajo un día que no estaba mi compañera. Mi jefa, la pobre, entró y me vio despanzurrada en la mesa y se dio un susto de muerte. Al final conseguí convencerla de que no hacía falta que me llevara al centro de salud, que no me había desmayado; es que era el primer año de guardería del Mayor y cada diez días aproximadamente tenía un virus nuevo, y en consecuencia yo no dormía.

Ya en el último mes de embarazo no hay quien duerma. No encontraba la postura, me ponía mil almohadas me sentaba, me cambiaba, le gruñía al samurai que quitara la pierna, me volvía a sentar y acababa en el sofá. Yo creo que mi médico me dio la baja un mes antes de dar a luz no por riesgo de parto prematuro, sino por riesgo de brote psicótico.

Y luego nace el niño y ya nada vuelve a ser como antes. Para empezar, come cada tres horas aproximadamente (los míos cada menos), así que hay que levantarse. Lo que yo hacía con el segundo era meterlo en la cama, rodearlo de almohadas y dejarme la teta fuera. Self service.    

Pero el cachondeo nocturno no es solo por la comida. Tengo tos, tengo sed, hay una mosca, me hago pis, enciende la luz, dónde está mi rayo macqueen, me pica un pie, tengo frío, tengo calor, Mamaaaaa. Y si tienes dos, pues multiplica por dos. Y si tienes tres, mi más sentido pésame por tu sistema nervioso. Normalmente no duermo mas de dos horas seguidas hasta que alguien llama, vamos lo que en Guantánamo llaman tortura, no dejar a alguien completar un ciclo de sueño. Los que diseñaron las torturas estas no eran madres.

Afortunadamente, a la hora de irse a la cama no hay problemas. Esto es porque mi Samurai aplica el método “ni Estivil ni hostias, a la cama todo el mundo mecagoendiez”, que es un método clásico que ha funcionado toda la vida. Pero claro, si a media noche te despierta un grito y cuando vas a intentar aplicar el método te dejas de dedo meñique del pie contra la pata de la cama pues la cosa pierde efecto.

Son las cuatro de la mañana, deslizo despacio la mano hasta liberarla del todo y por fin consigo erguirme. Me da un calambrazo en la espalda, pero no puedo hacer ningún ruido. Sigilosamente, como solo puede hacerlo una Madre Ninja, vuelvo a la cama. En una hora y media sonará el despertador (me despierto escandalosamente temprano, llego antes al trabajo y salgo antes). Una noche más en vela, bueno, estoy entrenada, solo es cuestión de echarle mas café al cuerpo. No pierdo la esperanza, llegará el momento en el que durmamos toda la noche de un tirón (no Mamá, no quiero oír la realidad, he dicho que no pierdo la esperanza).  

Comments (1)

On 13 de diciembre de 2012, 3:38 , belenan dijo...

Me estoy leyendo todo el blog de golpe así que seré un poco desordenada con mis comentarios, aviso...

Llega un momento en que duermes, por lo menos, algunas noches del tirón... No pierdas la esperanza que yo ya he pasado por ello y dormir, lo que se dice dormir, he tenido unos años (9 para ser exactos) en los que dormir del tirón parecía misión imposible... Pero llega... Ahora, que en poco tiempo (cuando empiecen a salir) se volvió a joder el invento, maja... Pero entremedias, aprovecho y duermo 7 horas como una reina (aunque a veces me despierto inexplicablemente por que en casa hay mucho silencio, si es que nunca estamos contentas...).